sábado, 30 de octubre de 2010

“TRUJILLANOS, PUEBLO, CAMPO Y GENTES”.

Nicolás Suárez Alarcón nos introduce ya con el título de la obra que reseñamos en un entorno que alude a varios conceptos importantes dentro de las Ciencias Sociales, fundamentalmente todo lo relacionado con la Geografía física, la humana y la Historia.
Se trata de un libro de historia local pero que nos llama a incluirnos en la historia global, pues abarca un amplísimo repertorio de lo que puede significar el devenir vital a lo largo del paso de los siglos de Trujillanos y sus habitantes.
Han sido muchos años de trabajo que han dado lugar, con un rigor científico puesto fuera de dudas al contrastar el elevado número de fuentes documentales, archivísticas y bibliográficas consultadas, a un profuso catálogo de capítulos, que si bien son densos, evitan la redundancia, lo que propicia el dinamismo en la narración. Prueba de ello es la síntesis histórica con la que comienza la obra, que sirve para hacer un estupendo friso introductorio del marco en el que se parte. Cada apartado temático describe de forma somera y a la vez clara el contenido del enunciado, lo que anima a continuar la lectura.
La formación humanista del autor se refleja en el abanico de tradiciones analizadas. En ellas se une la faceta del antropólogo con la del historiador. Cuenta e interpreta lo que pasa. El estudio de lo cotidiano hace resaltar la influencia en la Historia contemporánea o en los momentos más recientes donde se conduce el foco que acumula el paso del tiempo.
Las partes centrales están dedicadas a las costumbres. Nicolás consigue hacerlo de forma atractiva de tal manera que despierta la curiosidad del lector. La amenidad y la facilidad expresiva son otro de los agradables condicionantes. Estamos seguros de que muchos paisanos se sentirán identificados con lo que se narra a la vez que los foráneos podrán establecer elementos comparativos.
Es resaltable la presencia del sector primario a lo largo de las páginas del libro. Estamos en Extremadura y es un dato que no podríamos obviar, aunque cierto es que son también fundamentales los escaparates que muestran muchas otras peculiaridades, tales como: las fiestas, los monumentos o lugares de interés, la gastronomía, la espiritualidad, las aficiones, los juegos y por qué no, los sucesos tristes que deben servir parar aprender y evitar lo negativo.
En un tono eminentemente lírico, evoca sueños e inspira deseos. Un ambiente popular hace que se muestre con fuerza el apego a lo próximo. Por esa razón el aspecto antropológico no lo disocia del histórico al que recurre argumentalmente de forma regular.
Me gustaría destacar asimismo los elementos comunes, por ejemplo, las cuestiones sociales que hacen singular, en ocasiones, lo compartido. El habla, con un amplio muestrario de términos, la descripción y enumeración de los oficios o los ritos.
El paisaje y el medio natural nos hace retrotraer hacia otras etapas de nuestra vida. Pergeñan recuerdos y nos traen imágenes, incluso sonidos y olores de antaño.
El orgullo de pertenencia se refleja en los testimonios documentales donde el nombre y las gentes, ilustres o no, de Trujillanos, aparecen.
Por muchos motivos como los señalados es interesante para un pueblo y sus gentes conocer su propia Historia. Es el esfuerzo continuado de generaciones lo que ha servido para construir un futuro mejor. De este modo, valoramos el presente, si recordamos el pasado. En este sentido es fundamental la aportación de la educación en la trayectoria de un pueblo, pues la hace más libre y preparada.
En definitiva, deja el autor sin abordar escasos resquicios sobre asuntos que afecten a la idiosincrasia local. Es pues, el momento, de estimulados por su pasión, sumergirnos en la lectura y disfrute de tan interesante obra.

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