martes, 30 de enero de 2018

EL PASADO RECLAMA


El sábado estuve en el Casar de Cáceres. Como cada año homenajeábamos a los represaliados por el franquismo en la localidad. El acto sirvió para hacerlo extensivo al resto de desaparecidos físicamente, pero no en nuestra memoria. Frente a los que reclaman el silencio, nos van a seguir teniendo muy presentes.
Ante el ruido que algunos quieren hacer con la simbología del funesto régimen, es el momento de perder los complejos. De no distraernos. De reclamar, no sólo que se cumpla la Ley, sino que no  sea malinterpretarda para distraer la atención. La norma señala claramente que hay que eliminar todos aquellos vestigios que exalten la Dictadura. Pues eso.
Ahora bien, la izquierda y los socialistas, por la responsabilidad que nos corresponde, no podemos evitar priorizar otros elementos, a mi juicio, mucho más destacados: por un lado, impulsar una campaña para que no quede ni una persona más en una fosa común, oculta en una cuneta, vertida en un barranco, sumida en una mina.
Tenemos que eliminar la imagen, de no hace tanto tiempo, de aquellas señoras mayores, que se reunían en las afueras de muchos de nuestros pueblos, a rezar, a charlar o a poner flores a sus muertos. Cuando algunos se preguntaban qué hacían allí, en medio del campo, la razón era evidente: sabían que allí reposaban los restos de sus padres, sus hermanos, sus maridos, sus novios,… Pero no podían decirlo en público. Vivían en la época, como diría el poeta Fermín Herrero, de la denominada “cáscara amarga”. Sí, esa gran desconocida.
En segundo lugar, otro de los pilares en los que tenemos que centrar nuestra atención los defensores de la Memoria es en la educación. No es banal ver recurrentemente reportajes en televisión donde se entrevista a adolescentes (muchos ya en etapas universitarias), que muestran su desconocimiento sobre nuestra Historia más reciente. Esa es la razón, por la que tenemos que conseguir que los currículos educativos refuercen la presencia de temas donde se aluda a valores como la Democracia, el pluripartidismo, la importancia de la presencia de la mujer en la vida pública, la tolerancia,… todos ellos denostados por la figura del sangriento Dictador.

Así pues, y retomando el comienzo del artículo, queda bien claro que el pasado le está reclamando algo al presente.

martes, 23 de enero de 2018

TRANSICIONES (II)


Nos habíamos quedado la semana pasada en la década de 1960. Se empieza a mirar a  otros países como Italia, donde el partido socialista y los demócratacristianos se habían aliado en el Gobierno, con un partido comunista muy fuerte.
Son los años en los que conviven inmovilistas, continuistas, aperturistas, desarrollistas, liberalizadores, reformistas y evolucionistas.
Con el comienzo de la década de los 70 se forman dos grandes grupos de oposición: la Junta, entorno al PCE y la Plataforma, entorno al PSOE y son cada vez más contundentes los mensajes de Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía.  Todo ello, fundamentalmente tras la muerte del Dictador, aderezado con un aluvión de huelgas y manifestaciones. Finalmente, se forma Coordinación Democrática, más conocida como la Platajunta, y se empieza a hablar de ruptura pactada o guiada. Surge entonces la Ley para la Reforma Política.
El 9 de abril de 1977,  en medio de una gran polémica, se legaliza el PCE, su aceptación supuso para muchos, conseguir la denominada Transición militar. Tampoco olvidemos que fueron años muy duros de terrorismo ( tanto de ETA, como de otros grupos de extrema derecha o el GRAPO).
Un problema más era el territorial, algunos recordaban las teorías del socialista en el exilio, Anselmo Carretero Jiménez, que ya en 1962 hablaba de que España era una nación de naciones.
La triada Suárez, Areilza, Fraga, se saldó con el triunfo del primero que llevó a través de la Presidencia del Gobierno a cabo su objetivo de una reforma sin ruptura y del desencanto. Con el transcurso de los meses, se llegó al pasotismo, hasta que, con el intento de golpe de Estado del  23 de febrero de 1981, se produce el final del desencanto, culminado con la victoria en octubre de 1982 del PSOE.
En 1996 el triunfo del PP les sirvió a los nacionalistas catalanes para exigir más. No se conformaban con el Estado de las Autonomías. Jordi Pujol, tras el Pacto del Majestic, habla de la segunda Transición que sería el federalismo plurinacional. La Tercera Transición llevaría a la independencia de las naciones.
Otra cuestión muy destacada fue la política de la Memoria. En el año 2000 el PP no condena el golpe de Estado de 1936 y a partir de entonces se producen numerosas propuestas en este sentido, en el Congreso de los Diputados, hasta que en el  año 2002 se suma ( aludiendo al espíritu de la Transición y hablando de concordia y reconciliación).
Será Zapatero en el 2007, cuando con la promulgación de la conocida Ley de Memoria Histórica, consiga un hito muy importante dando el pistoletazo de salida del reconocimiento a las víctimas de la guerra civil. No se dio, sin embargo, el paso de convertir las exhumaciones de fosas en una política de Estado, sustituyéndola por la concesión de subvenciones a familiares y Asociaciones. Tampoco una difícil reivindicación, como era la nulidad de las sentencias del franquismo. Sólo se logra declarar ilegítimos los tribunales y las sentencias. No se quería convertir la amnistía en amnesia.
El fin de la Transición se podría considerar con la llegada de la fiebre de la reforma de los Estatutos de Autonomía, con la aparición del movimiento que se articuló alrededor del 15-M de 2011 y con la irrupción de nuevas fuerzas políticas como Podemos que, a través de los platós de Televisión, trataron de simplificar lo complejo, con un reparto de papeles, entre un teórico como Errejón y un líder como Pablo Iglesias.
Los recientes acontecimientos de Cataluña demuestran lo complicado que es conjugar la España plural, con su diversidad de pueblos, la unidad plural, que  buscan algunos sectores no separatistas y el ferviente nacionalismo.


domingo, 14 de enero de 2018

TRANSICIONES (I)


Este año se conmemora el 40 aniversario de la Constitución. Mucho se ha escrito ya sobre este trascendental periodo de nuestra Historia reciente. Acabo de terminar de leer el libro de Santos Julia: Transición, donde se muestra un recorrido, que tiene su origen en la guerra civil, y que culmina en las elecciones catalanas de diciembre de 2017.
Haremos un repaso de los elementos que más se pueden resaltar y que, seguro, nos van a ser de gran utilidad para aproximarnos a una visión de lo que fue aquella apasionante época.
Ya durante los últimos años de la guerra civil, se buscó, por parte del denominado bando republicano, una salida al conflicto a través de la mediación de algunas grandes potencias ( Francia, Inglaterra y USA) pero que contó con el firme y decidido rechazo de Franco y de la jerarquía de la iglesia católica que, únicamente contemplaban la victoria.
Tras el fin del conflicto, desde el primer momento, en el exilio se intentó una salida a la sangrienta Dictadura. Pero estaban muy divididos, no sólo por cuestiones personales, sino también por conceptos de cómo debería ser la nueva España: republicanos, socialistas, comunistas e incluso los monárquicos, con un Don Juan entregado en manos de Franco, ofreciéndose para implantar una Monarquía tradicional  pero que, con el paso del tiempo, se percató que, mientras el Dictador viviese, él nunca reinaría.
1945 representó la figura del desencanto. En esos momentos todos los antifranquistas pensaron que, en breve, España recuperaría su libertad. La realidad fue muy diferente. La iniciativa puesta, de manera reiterada, sobre la  mesa, de celebrar un plebiscito para que fuera el pueblo español el que decidiera su futuro, nunca llegó a cuajar. Las potencias extranjeras insistían en su no a Franco, pero a la hora de la verdad, no hacían absolutamente nada para derribarlo. El culmen fue cuando se  vuelven a establecer relaciones diplomáticas.
En la década de 1960 ya tenemos consolidados en el interior grupos muy organizados ( al margen de los clásicos partidos de izquierdas, como el PSOE o el PCE) de oposición al  régimen: los monárquicos liderados por Gil Robles, exfalangistas como Dionisio Ridruejo o el entorno del profesor Tierno Galván. Se empieza a hablar de varios planes de transición, en todos ellos se excluía la participación de fuerzas consideradas totalitarias como el PCE y la Falange y de comprender la guerra civil como un hecho histórico. Algunos monárquicos habían intentando plantear la restauración de la Monarquía como culminación del Movimiento en la persona de Don Juan. La Dictadura, de momento, se veía como un reino sin rey.
A partir de estos años, cobran un especial protagonismo las generaciones jóvenes que no vivieron en la guerra. Son los momentos en los que más se habla de reconciliación y de evolución en lugar de cambio de régimen.
En este contexto se produce en 1962 el encuentro de varios destacados opositores en Munich para hablar del futuro de España. Un país que había cambiado mucho: la emigración, el desarrollo económico y los cambios sociales, pedía también un cambio político que le faltaba.
Se realizaron contactos con la cúpula del Ejército para que echaran a Franco ( o le convencieran que debía irse) con el objetivo de implantar la monarquía que traería la democracia. Sin embargo, al final Franco designó como su sucesor a Juan Carlos, saltándose a su padre. Era una demostración de que la Monarquía que quería Franco, era la Monarquía del Movimiento.

De esta guisa finalizada la década de 1960 todo el mundo era consciente de que no había forma de derrocar a Franco. El PCE  con la colaboración de parte de la Iglesia, inicia una oleada de movilizaciones de estudiantes y obreros ( la única destacada anteriormente había sido una manifestación de estudiantes en 1956). Nacen las Comisiones Obreras.

miércoles, 10 de enero de 2018

PROACTIVO


Recuerdo con cariño a un buen amigo que siempre insistía en que había que ser proactivo. Tener iniciativa y capacidad para anticiparse a problemas o necesidades futuras, como diría el diccionario.
Normalmente somos presos de nuestras rutinas. Cuando se produce el mínimo desajuste nos alarmamos. A veces se nos cae la casa encima. Todo parece ser un desastre.
Por esa razón, he comprendido con el paso del tiempo, el valor de la serenidad. De la calma. Del control, En definitiva, de la proactividad.
En la vida pública, si cabe cobra mucho más valor. Los políticos tienen que tener una cualidad más a añadir al catálogo de sus prestaciones: han de poder estar a la altura en cualquier tipo de situaciones que se produzcan.
Así, ante una crisis económica, una respuesta imprevista de un Ministerio, un desplante del Gobierno de Madrid, un abandono de los poderes fácticos,…. han de ser capaces de poder elaborar salidas dignas a estas situaciones.
Seremos más apreciados en el momento en el que estemos dispuestos a escuchar todo tipo de lamentaciones. De esta manera, podremos concluir de una manera creíble a resolver las inquietudes de la gente.
En esto también marca la diferencia la izquierda. Acostumbrada a estar pegada a la población. Cerca siempre de la tierra. Viviendo el presente, mirando por el retrovisor para conquistar el futuro. Otros han preferido recortar, castigar a los más débiles, ensimismarse, no calcular que habrá un mañana,…
Así pues, y hecho por todo el mundo el balance de lo acontecido en este año que acaba de terminar, es muy importante que, aprendiendo de lo pasado, seamos conscientes de los retos que se nos abren. Seamos útiles. Como se escuchaba hace décadas “ hagamos posible lo imposible” pues, de lo que no cabe dudar, es que lo mejor está por llegar.




martes, 2 de enero de 2018

SORBER Y SOPLAR


En política, como en la vida, lo más importante son los principios. La gente aprecia y valora a aquellos que, pese a que en ocasiones no les vaya tan bien como quisieran, no sean comprendidos, o sus opiniones no sean mayoritarias, mantienen incólumes sus planteamientos.
Eso no significa que no se tenga que situar como prioridad el diálogo. El saber ceder. El comprender que, muchas veces, una buena explicación te lleva a prescindir de presupuestos que creías inamovibles.
Por otra parte, están aquellos que, como el famoso perro del hortelano: “ ni comen, ni dejan comer”. Me refiero a las situaciones en las que, normalmente, desde la oposición de derechas ( y prueba evidente la tenemos en Extremadura) en lugar de aportar, enriquecer, contribuir,… se ponen en el frontispicio de su hoja de ruta, el No, como elemento básico de conducta.
            Tan pronto te exigen que acometas una línea política: ampliación de una Consejería, atención a la renta básica, incremento en el profesorado, mejora del transporte sanitario, crecimiento de la economía,….  y, a continuación, cuando se ven los resultados, todo son pegas o peros.
            En efecto, la política del “pero”, todo va bien hasta que se introduce esta conjunción. Inspiran poca confianza. Nunca recibirás palabras de apoyo. Evidentemente, no se necesitan palmaditas en la espalda, pero tampoco se requieren palos en las ruedas.
            Creo que tan sólo hay que dejar a los demás trabajar: acertar, equivocarse, ayudar a corregir, pero no insistentemente criticar por criticar. Como si eso diera más puntos de cara al futuro electorado. Como si molestar, por ejemplo, con reiteradas interrupciones durante los Plenos que evidencian una clara mala educación, diera réditos de cara a subir en el imaginario de los rankings de diputados más “populares”.
            Es lo que denomino, sorber y soplar.