martes, 24 de abril de 2018

IRRELEVANCIA


Últimamente solemos escuchar el término irrelevancia entre analistas políticos, tertulianos, comentaristas…. Suelen hacer alusión a aquellas fuerzas o partidos que, habiendo adquirido en determinados momentos un papel determinante, o al  menos significativo, dentro del espectro político, pierden fuelle o se intuye lo que en lenguaje coloquial se expresa como “ bajar el suflé”.
Ahora que acabamos de celebrar el aniversario de la proclamación de la Segunda República, ( no olvidemos, al margen de conflictos, fue nuestra primera experiencia realmente democrática), parece oportuno recordar algunas partes del pensamiento de Marx. En una de sus reflexiones vino a decirnos que la propiedad existe porque hay escasez. Vamos, que si viviéramos en un mundo rodeado de abundancia, todos volveríamos a ser más iguales. No habría, según Marx, la necesidad de acumular bienes, ya que se contaría con plena disponibilidad para disfrutar de ellos.
Recuerdo, en este sentido, las profundas discusiones mantenidas en la Universidad. Hay, a mi juicio, un detalle muy importante del que se prescinde: la libertad. Y aquí surge la disyuntiva: ¿ es necesaria la libertad en un mundo profundamente desigual?  o ¿ para qué se quiere la igualdad sino te puedes ni siquiera expresar, ni leer un libro, ni manifestarte…?
Fue entonces cuando aparece la socialdemocracia, para salvar el muro que separa las ideas totalitarias del liberalismo más salvaje. De esta forma, se consiguió relegar, en las sociedades democráticas, casi a la irrelevancia a aquellos que todavía apostaban por el predominio absoluto,  bien del Estado, bien de la figura de un líder, no solamente carismático, sino también indiscutible.
Por esa razón en momentos históricos en los que todo cambia, mantengamos nuestro deseo por la pervivencia de las conquistas logradas para la consecución del denominado Estado de Bienestar. Denunciemos recortes de Gobiernos insensibles a las necesidades populares. Mantengamos la unidad de las clases más necesitadas: la pervivencia de la sanidad, la educación y las políticas sociales que buscan evitar el deterioro de la calidad de vida de los sectores más débiles. Todo eso se ha conseguido en décadas de gobiernos de políticas que unen el socialismo con la democracia. Lo público con la libertad. La crítica con la firmeza a la hora de adoptar, en muchas ocasiones, decisiones muy dolorosas.


martes, 17 de abril de 2018

CARIDAD Y JUSTICIA SOCIAL


Acabo de leer el libro del catedrático Fernando Sánchez Marroyo “Entre la caridad y los inicios de la justicia social”. Al margen de que siempre aprendo mucho del estimado profesor, en esta ocasión, sí que se desprenden muchas reflexiones que nos pueden aproximar al conocimiento de realidades muy actuales.
En primer lugar, el hecho evidente de que desigualdad no es lo mismo que pobreza. También que la beneficencia y la caridad poco tienen que ver con conceptos como el altruismo. Todos ellos muy introducidos en la sociedad en la que nos desenvolvemos ( sobre todo en el denominado Tercer Sector, con ONGs, Fundaciones…)
Es obvio que el contexto de extremas dificultades que se vivió, por no irnos muy lejos en el tiempo, desde  los primeros años del franquismo, afectó a los colectivos más vulnerables: los ancianos y los niños. Ambos eran objeto directo de políticas de escasa solidaridad, con sueldos y trabajos precarios y en un ambiente de tremenda exclusión social.
La ruina de las clases medias, la polarización de las rentas o el doble sistema asistencial que tuvo la Dictadura de Franco: con pensiones públicas para los sublevados y beneficencia para los defensores de la Democracia, fueron algunas de sus características.
 Muchos de estos aspectos no nos resultan extraños bien avanzado el siglo XXI. Una época en la que tenemos que luchar contra el liberalismo económico, impresionantemente individualista y en el que, precisamente, la concienciación y la excepcionalidad de determinados colectivos, hace que se ponga el acento en las políticas sociales. Ahí es donde siempre diremos lo mismo: no da igual lo que hace la izquierda que la derecha.
No se trata, por consiguiente, de ajustar cuentas con el pasado. Pero, sí de aprender, de mirar atrás para asimilar errores y tomar lecciones. De evitar que lo cíclico sea siempre lo negativo.






martes, 10 de abril de 2018

APORÍA


Tras unos días de vacaciones ( que no necesariamente de descanso) en los que tratas de hacer lo que habitualmente no puedes por falta de tiempo, y sobre todo, te apetece, vuelve la normalidad.
Son momentos muy dados a la reflexión y curiosamente, al estar alejado de las prisas y de la necesidad constante de ir culminando tareas, te surgen paradojas o contradicciones lógicas insuperables.
Se trata de construir razonamientos, como dice el diccionario, de índole fundamentalmente especulativos, denominados aporías.
Quieres una cosa y también la contraria. Desconectar pero a la vez enterarte de todo lo que sucede a tu alrededor. Tumbarte y desear salir corriendo.
Es algo parecido a lo que sucede, en algunas ocasiones, en la vida pública. El último ejemplo lo tenemos en  la presentación de posibles proyectos para el desarrollo de Extremadura. Queremos crecer pero mientras exigimos garantías optamos por quedarnos quietos. Se presentan opciones y enseguida surgen las dudas, las inseguridades, los complejos.
Presumimos de tranquilidad, de estabilidad, de riqueza natural y en la misma línea entonamos una amarga queja sobre el desempleo masivo, la falta de oportunidades como el resto de regiones, o utilizando un término que está cogiendo cierta aceptación, “ir al tran tran”.
Lógicamente, un discurso para que sea efectivo debe ser claro y contundente, pero a la vez, somos conscientes de que, por mucho ímpetu que pongamos en defender nuestros planteamientos, siempre habrá zonas oscuras, rebatibles, necesarias de adaptación.
Alguien dijo alguna vez que la verdad absoluta no existe. Otros hablaron de la gama de grises. Quizás, simplemente sea que las unanimidades no son, en la mayoría de las ocasiones, aconsejables. Pero, sin embargo, para eso están los puntos de encuentro. Lugares donde al llegar, todos hemos dejado algo en el camino. En eso consiste la aporía, en resolver, sin drama, las contradicciones o paradojas que la vida nos va poniendo por delante.


martes, 3 de abril de 2018

EMPODERAMIENTO


Finiquitado el mes de marzo, hemos podido asistir a numerosas iniciativas vinculadas a lo que se ha dado en denominar el empoderamiento de las mujeres. Propuestas parlamentarias, debates protagonizados por las mujeres, multitudinarias manifestaciones y concentraciones en las calles, acciones culturales, sociales y deportivas….
Sin embargo, y sin ánimo de ser reiterativo, quisiera insistir en el enorme paso adelante que hemos dado en Extremadura. El símbolo ( uno más) se pudo visualizar en la pasada celebración del Cerezo en Flor en  Cabrero, localidad del Valle del Jerte.  Acogía en esta ocasión, el pistoletazo de salida de unos días de fiesta en comunión con una naturaleza en expectativa de esplendor.
Allí, su alcaldesa, Mari Fe, rodeada de la Presidenta de la Asamblea, Blanca Martín, de la Presidenta de la Diputación, Rosario Cordero y de las tres Consejeras del Gobierno Regional: Esther Gutiérrez, Begoña García y Leire Iglesias, mostraban lo que, nadie duda en señalar, como la trascendental presencia femenina en la punta de lanza de la política y la vida pública extremeña.
Al otro lado del océano Atlántico, en Argentina, las entrañables abuelas de mayo, marchaban de la mano de un grupo de chicas, hijas de padres represores de la última Dictadura en ese país, que repudian lo que hicieron sus padres. Un auténtico gesto de valentía y un elemento más de cómo la visibilidad de estas talentosas mujeres dejan de un lado el papel de permanencia en la sombra.
Por último, queda recordar lo mucho por recorrer y reivindicar. Al margen de la necesaria inclusión en los puestos directivos de las grandes empresas, no está de menos reseñar, que si ya son más de la mitad de las alumnas en las clases, más  de la mitad en la mayoría de los Claustros de profesores y una parte muy significativa de los órganos de dirección, una sociedad bienquedista, que pierda sus complejos, debería impulsar la candidatura de más mujeres a los rectorados de más Universidades españolas.

No es menos cierto, que forman parte de una imprescindible incorporación en los equipos, pero queda el reto de conquistar, en igualdad de condiciones que sus compañeros masculinos, los principales órganos de decisión.