domingo, 19 de septiembre de 2021

BEBÉS ROBADOS

Esta semana hemos aprobado y leído en el Pleno de la Asamblea de Extremadura una Declaración Institucional sobre los bebés robados. A algunos les puede parecer que estamos hablando de un tema que se hunde en un pasado muy remoto y del que parece que volvemos, una y otra vez, identificándolo con los “ viejos asuntos de la Dictadura franquista” y que por lo tanto, poco tienen que ver con la actual Democracia de la que disfrutamos. Es verdad que el origen de estos crímenes fue el tráfico de niñas y niños que se inició en la década de los 40 del siglo XX, como medida de represión política, cuando a las mujeres republicanas les arrebataron sus hijos. Del mismo modo es cierto, que lo que se inició como un método de represión, continuó como un lucrativo negocio. Los bebes se robaban para venderse. Pero también es un craso error identificarlo solamente con esa tenebrosa época. Nos estamos refiriendo a un asunto, todavía irresuelto, con múltiples trabas para facilitar información y que, si bien es cierto, que se gestó amparado en las crueldades de poderes intocables en aquellos momentos del franquismo, no lo es menos, que continuó funcionando sin dificultades, varios años con una Transición en marcha y luego con una Democracia funcionando. Siguen siendo muchas familias, como hemos recordado en varias ocasiones, las que manifiestan su confusión, cuando no su repulsa, al desconocer, en el mejor de los casos, el origen y/o el destino de sus familiares directos. Han escuchado en sus casas, a veces han soportado el dolor de la duda, de la sospecha, del rumor de una hermana o una hija desaparecida, robada, entregada sin su consentimiento e incluso bajo su ignorancia. En la actualidad en el Congreso de los Diputados está registrada una Proposición de Ley que tiene que conseguir afianzar los derechos de las víctimas, del pasado y del presente, de las que ya no están y de las que todavía buscan reencontrarse con sus familias o recuperar su identidad. Y ese es nuestro objetivo, impulsar a los legisladores para que, ya que ha pasado tanto tiempo, no permanezca fuera de sus agendas, una cuestión por la que tantas Asociaciones, Partidos, colectivos sociales… han mostrado su acuerdo en buscarle una salida y en manifestar su apoyo. Son numerosos los motivos, son numerosas las razones, por las que, una deuda más de esta Democracia con parte de su sociedad, deba ser saldada. Se lo seguimos debiendo. ¡Cuántas lágrimas derramadas! ¡Cuánto silencio!

domingo, 5 de septiembre de 2021

COMPROMISOS

Como todos los veranos, en realidad, como en cada lapso de tiempo que queramos medir, se suceden una serie de acontecimientos ante lo cuales se suelen producir, cuanto menos reacciones inmediatas, proyecciones de intenciones, denuncias o exaltaciones de ánimo que con el tiempo o se suavizan o se van diluyendo acaparados por nuevos titulares. Pero de lo que nada cabe la menor duda es sobre la responsabilidad, no solamente de los servidores públicos, sino también de Asociaciones, colectivos y en muchas ocasiones de la ciudadanía en general. Disfrutando de un tiempo mayoritariamente de descanso y como se tiende a precisar, de desconexión, sería propicio para que nos inhibiéramos, para que dejáramos las preocupaciones para nuestras vueltas a las rutinas o para que egoístamente pensemos en clave individual. Sin embargo, no es lo que, afortunadamente ( siempre hay excepciones), se ha producido: hemos tenido catástrofes naturales, incendios, inundaciones, crisis internacionales como la de Afganistán, búsqueda de soluciones a los menores de los países vecinos del Sur que atravesaban nuestras fronteras… y ahí hemos procurado estar, atendiendo sus reivindicaciones, colmándonos de solidaridad, interesándonos por otras vidas muy diferentes a las nuestras, viendo en muchos rostros la imagen de gente que no ha tenido la fortuna de nacer donde nosotros. Comprometiéndonos. Eso sí, muchos han huido de sus obligaciones ( ahora que tanto se habla de derechos y de libertad) y han mirado a otro lado ante la gran desgracia que padecemos en los últimos meses con la pandemia del COVID-19. Ha sido lamentable ver como cientos, miles de vándalos, una y otra vez desoían el cumplimiento de las mínimas normas que hemos tenido que asumir y que ir acostumbrándonos a adoptar por el interés general. En lugar de eso, se ha encontrado una nueva diversión para, fundamentalmente algunos jóvenes, dedicar sus noches de estío a enfrentarse a las fuerzas de seguridad, destrozar el mobiliario público, concentrarse masivamente y sin ningún tipo de medida de contención, en un puro alarde de confrontación. Es esa minoría ruidosa que rompe estadísticas. Que ahora se muestra exhibiendo una falsa rebeldía detrás, en numerosos casos, de una vida cómoda. Que luego se lamenta cuando las consecuencias de su afrenta le tocan directamente. No mancharán el reto que nos hemos puesto: luchar contra todo aquello que se desvía del progreso. Hoy contra la COVID-19. Ayer y siempre contra cualquier acontecimiento o asunto que nos deshumanice. Ante eso, sólo cabe comprometerse.