domingo, 31 de enero de 2021

RESPONDER

Aprobados los Presupuestos de la Comunidad Autónoma para el año 2021, nos vamos a centrar en analizar someramente lo que puede significar, más allá de los números, la necesidad de agilizar la respuestas en el sector de la Cultura. Se trata, en definitiva, no únicamente de generar crecimiento, sino también de distribuir solidaridad. Además el entorno de la Cultura hace que, valga el concepto tan usado en estos tiempos de pandemia, nos obligue a empatizar. A ponernos en el lugar de los que peor lo están pasando. En el caso de este sector, han sido los que en los momentos más duros nos ayudaron a sobrellevar las penas y las desgracias. Los libros, la música, el deporte, el cine o las series de televisión, hicieron que la aportación de los creadores se haga acreedora de nuestro respeto y admiración. Y ahora nos necesitan. Y por eso todas las ayudas que podamos proporcionarles en unos meses en los que escasean sus intervenciones públicas, son precisas y por ende, insuficientes, para que puedan, al menos sobrevivir. Por esa razón, está bien que todos fijemos nuestra su mirada en la resolución de problemas que vayamos detectando, pero, no parece oportuno, que algunos se empeñen en que sea a costa de deshacer lo que está funcionando. La Memoria Democrática, el desarrollo de la Ley de Artes Escénicas y de Instituciones Museísticas, el impulso de Museos como el Helga de Alvear tan reconocidos a nivel internacional, la conservación de nuestro rico patrimonio histórico-artístico, la difusión y promoción de nuestros creadores, así como de los Festivales y Encuentros donde muchos de ellos desarrollan su actividad, la sostenibilidad de nuestros recursos culturales y turísticos, la promoción y el desarrollo de nuestras redes de teatro, de bibliotecas, entre un sinfín de ejemplos, hacen que la tarea de la Administración Pública en este sentido sea del mismo modo ardua como apasionante. Por estas razones es imperioso tener respuestas siempre preparadas. Porque las necesidades no solamente son acuciantes sino que en muchas ocasiones rayan, como hemos insistido en otras ocasiones, la posibilidad de la supervivencia de mucha gente. Por todo ello, hay que valorar el hecho de que tengamos claro el catálogo de medidas a implementar en cada momento. Y también, por ello, entenderemos, que existan ciertos desencuentros a la hora de planificar las actuaciones. Todos sabemos que debe haber prioridades. Sin embargo, nos cuesta reconocer que éstas son las de los otros.

domingo, 24 de enero de 2021

MACERADO

Del mismo modo que macerar puede significar ablandar algo, también tiene otra acepción, mortificar, afligir la carne con penitencias. Viene esto a colación porque, si ya hemos reiterado en multitud de ocasiones, que en la tesitura en la que nos desenvolvemos, todo está “ contaminado” por la pandemia, no lo es menos que, es complicado abordar un tema, que al menos de manera transversal no tenga ahora mismo una relación con las consecuencias del COVID. Es cierto que con la evolución tan negativa que estamos teniendo se han tenido que producir, día sí y día también, una sucesión de restricciones que no le gustan a nadie. Todos anhelamos los “viejos tiempos”. Pero sin embargo, se constata que a veces al miedo le supera la inconciencia, el vivir al día, el yo pongo medidas o si no está prohibido, es que está permitido. Pongamos algunos ejemplos: La no apertura de hostelería y comercios se hizo con un objetivo primordial: reducir la movilidad. Con tiendas, bares y restaurantes cerrados, parece deducirse que la gente no necesita salir. Sin embargo, pese a que se produce una reducción sustancial de personas en la calle, seguimos a lo largo de todo el día observando a mucha gente deambular. Como no está prohibido… Otro más: parques, jardines, zonas de recreo, al no estar cerrados y siguiendo el argumento anterior, te puedes encontrar con la contradicción de ir a determinados espacios, donde habitualmente estás casi solo o con un reducido número de acompañantes y ahora verlos cada tarde repletos de caminantes, padres con niños, paseantes de animales domésticos, gente en bicicleta o haciendo deporte, con la casualidad de que se coincide un elevado número al mismo tiempo. Como no está prohibido… Finalmente, en las tertulias, en los debates políticos, abordes la cuestión que quieras elegir, siempre habrá un punto de conexión con la pandemia: la cultura, la educación, la sanidad, el empleo, el deporte, el turismo… Por eso hablaba de macerado. Por un lado ablandamos los problemas, relativizando las consecuencias y por otro estamos todo el día lamentando lo sucedido. Sin embargo nos queda fijarnos en el reto del día después. De la convivencia. De la perspectiva de futuro. Parece una obviedad, pero es cada vez más necesario que, teniendo en cuenta la realidad cambiante y lo incesante de los movimientos, procuremos seguir firmes en el cumplimiento de las obligaciones. Los derechos ya nos los sabemos.

domingo, 17 de enero de 2021

FATUM

Si justo después de la primera ola de la pandemia aparecieron, como surgidos de un criadero, montones de presuntos especialistas que nos “ asesoraron” e “ilustraron” sobre los numerosos errores cometidos y cómo ellos los hubieran vaticinado sin apenas dificultad, ahora nos encontramos con todo lo contrario. Es decir, sabiendo lo que sabemos, y tal como señala el adagio, “ el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”, hemos vuelto a caer. El propio Fernando Simón nos lo recordaba hace escasos días: está creciendo ( y subirá más) el número de contagios, las hospitalizaciones, las saturaciones en las UCIs, el cansancio entre el personal sanitario y lo más lamentable, por lo irremediable, las defunciones. Hemos pasado unas fiestas de Navidad, posiblemente de la forma menos aconsejable, dadas las actuales circunstancias. Y ahí, interviene el fatum. El destino. La predicción. Lo sabíamos y aún así, parecía no importarnos. Quizás nos tenga que influir la extenuante queja de todos los sectores implicados, tanto en el sentido sanitario como en el aspecto económico. Quizás las inconmensurables molestias que cada día que pasa, la pandemia está ocasionando. Quizás el deseo porque los efectos de los tratamientos, ya de por sí acelerados gracias a la eficacia y al trabajo de los investigadores, se puedan vislumbrar. En definitiva, muchos quizás que deberían replantearnos el hecho de que no podemos obsesionarnos con la búsqueda de responsabilidades, de culpabilidades, unilaterales. Hay múltiples factores interrelacionados que nos van a hacer convivir durante mucho tiempo con estas indeseadas consecuencias. Por esa y por muchas otras razones, sería bueno parar. Mirar humildemente hacia todo aquello que pueda enseñarnos como revertir nuestras, indudables, equivocaciones. En definitiva, creer que es todavía posible una hoja de ruta sin marcha atrás, siempre que nos quede claro, que ante la dimensión de esta tragedia, no cabe el cortoplacismo. Si estamos ante una crisis global. Si los dígitos que la caracterizan ocupan ya varios espacios. Entonces, seamos conscientes que queda mucho, pero que nada avanza si nada se mueve.

domingo, 10 de enero de 2021

NUMEN

El acierto, la inspiración, el numen… en todo lo relacionado con nuestras vidas actuales es motivador y a la vez es fruto, no del azar, como muchos creen ( también en su lado opuesto) sino de la experiencia, de la acción, de lo que en realidad comprende lo que se viene a denominar Ciencia. Una y otra vez se escucha a la gente pronunciarse en cualquiera de los foros donde nos situemos, que el error en el que nos estamos viendo sumergidos es fruto precisamente del incumplimiento. De la inmadurez. De la relajación. A la vez, somos capaces de irrumpir con nuestro desaforado vocabulario, para expresar la furia de la desesperación hablando de improvisación, de “ ya te lo decía yo” o del “ se llega, una vez más, tarde”. Pero, sin embargo, no es menos cierto, que para eso existen los sistemas contrafactuales. Podemos, en tiempo real, comparar qué se ha hecho en otras épocas y qué se está haciendo en distintas sociedades y espacios en circunstancias de índole similar. Y la realidad es tozuda. Parte de la civilización occidental parece que no está preparada para afrontar situaciones complejas sino es con la coerción. Por voluntad propia, por solidaridad con el otro, por comprensión de la infalibilidad del conjunto, no llegamos suficientemente a la solución definitiva. Ni siquiera a paliar el desastre. Así pues, resulta cada vez más reiterativa, la apelación a la represión. A la aplicación de medidas efectivas por ser reales y no quedarse meramente en la voluntad o en el aviso. Basta ya, parecen decir, de recomendaciones. Si demostramos no estar capacitados para guiarnos por lo que está demostrado que conduce al Bien. Si creemos que esto afecta sólo al resto. Si no estamos dispuestos a admitir la gravedad tanto actual como futura de muchas actitudes inconsecuentes. Entonces está claro que no hay numen que valga. Probablemente ni siquiera vacunas, ni medios económicos desmesurados, ni infraestructuras humanas y materiales volcadas. Nada será suficiente, desde el instante que lo confiemos todo a que el tiempo y un poco de suerte dejará todo esto en un mal sueño. Pesadilla que ya dura mucho más de lo que cualquier mente podría haber imaginado. No dejemos que la puerta la abra solamente la genialidad. Seamos copartícipes. Siempre estaremos a tiempo de no estropearlo aún más.

domingo, 3 de enero de 2021

SOFISMAS

Asistimos con una inusitada frecuencia en los últimos tiempos a una exposición de motivos, argumentarios se dice desde diferentes entornos, destinados, en más ocasiones de las deseadas, no a convencer, sino a confundir a los interlocutores. No se trata tan sólo de las tan denostadas noticias falsas, que suelen ser desmontadas por los adversarios o simplemente por la realidad más cruda que pone a cada uno en su sitio. Si bien, es relativamente cierta la máxima de que “calumnia que algo queda” o el hecho de que cuesta a veces más trabajo demostrar la verdad. En ocasiones, lo que da es pereza. En los casos que me quiero referir, hablo más bien de los sofismas. Es decir, cuando la gente le da por creerse lo que cuenta, sabedora de que es mentira. Y lo malo es que montan una batería de elementos persuasivos para intentar atraer la atención de los destinatarios de los mensajes. Así, por ejemplo, nos está pasando con la vacuna contra el Covid-19. Se empezó diciendo, por algunos, que era demasiado pronto, que no se conocían los efectos secundarios, incluso los más atrevidos ( los negacionistas) hablaron de conspiraciones y de negocios de las grandes multinacionales ( cuando no de estrategias de poder autoritarias). Sin embargo, obviaban el hecho de que ante una catástrofe como en la que nos encontramos, se han movilizado ingentes esfuerzos tendentes a acelerar, respetando escrupulosamente la seguridad, todos los procesos. Así, se han realizado miles de pruebas previas, se han invertido millones de recursos económicos, se han priorizado presupuestos públicos, se ha investigado, ensayado, probado… hasta la saciedad. Y llegamos al momento actual. El calificativo más extendido ( y más adecuado) es el de la esperanza. Junto a ella, la prudencia. Así pues, lejos de los gafes, de los que parece que no quieren ver la luz, de los que huyen de la salida, nos encontraremos la mayoría. Ante nosotros, los sofismas se deben estrellar. Ante nosotros la fuerza y las ganas de salir adelante contrarrestarán todo intento de empujarnos al desánimo. Ante nosotros el peligro es, sin lugar a duda, la charla emborregada de los que lejos del debate científico, tratan de imponer una visión, excesivamente negativa en lugar de llamar a la unión, a la cooperación y al deseo de supervivencia.