sábado, 18 de septiembre de 2010

FORMACIÓN Y DESEMPLEO

No vamos a negar que nos encontramos con un auténtico drama. Miles de personas no pueden disponer de un acceso al mercado laboral, no ya sólo al trabajo que a ellos les gustaría, sino en muchísimos casos a ningún otro. Ahora bien, por un lado sorprende cómo algunos manejan las cifras a su antojo y, sin poder adivinar las fuentes que utilizan, fluctúan los millones de desempleados en tertulias, mítines, comparecencias... sin tener en cuenta que la referencia precisa debería de ser la oficial.
Por otra parte, algunos se han mesado los cabellos cuando el Presidente del Gobierno ha aludido a la importancia de la formación para el futuro de nuestro país relacionándolo con los parados. Y aquí quisiera detenerme. En efecto quiero pensar que es mucho más oportuno y recomendable que un individuo asolado por la incertidumbre de no poder ejercer su derecho al trabajo permanezca inmerso en el sistema a través de un procedimiento de enriquecimiento como es la mejora de su formación. Siempre será mejor que quedarte en casa esperando a que te llamen. O ir de puerta en puerta ofreciendo tus servicios, posiblemente, ahora que la demanda es más escasa, no tan cualificados como se precisa. O bien no poder atender a un posible requerimiento dado que se carece de la formación requerida ( ¿ cuántas veces hemos lamentado hace años, por ejemplo, nuestro déficit en el aprendizaje de idiomas tan necesario para desenvolvernos en numerosas actividades?).
Además y no es un tema menor, la formación fomenta el empleo. Por un lado de los profesionales del sector que si se consolidara crearía un segmento de población ocupada estable y por otro, la innovación, pues es evidente que un trabajador formado es capaz de impulsar iniciativas propias que necesariamente reciben más ayudas o receptividad, tanto públicas como privadas, que otras propuestas caducas y/o estancadas.
Por eso, no merece el calificativo de despropósito el que unamos formación a empleo y ambas a futuro.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

FERNANDO CERRATO

Sorprendente y sorprendido. Son los calificativos que me vienen a la memoria tras regresar de un encuentro con Fernando Cerrato, extremeño de Santa Amalia, residente en Benetusser (Valencia) y a punto de cumplir 101 años.
La entrevista fue fabulosa pues se encontraba en un envidiable estado de forma mental En ella trazó un recorrido por todo su devenir vital. Era increíble como desgranaba sin ningún tipo de dificultad y de manera continuada listas de nombres, calles, hechos... y no se equivocaba, pues interpelaba a los presentes (familia y amigos) con constantes recursos dialécticos o referencias ( ¿ te acuerdas?, "ese era amigo de.." apodos, lugares emblemáticos). Al final sacó de su cartera un repertorio de fotos de su juventud y nos iba diciendo quien era cada uno de los que aparecían retratados, dónde y cuándo se hicieron las imágenes.
Lleva a Extremadura siempre presente y prueba de ello fueron sus minuciosas alusiones a su lejana y a la vez próxima tierra.
Por lo que al interés histórico respecta, es un testimonio vivo de todo el siglo XX y me gustó especialmente que corroborara muchos de los capítulos de tantos libros como se han escrito sobre nuestro convulso pasado.
Pongamos algunos ejemplos: estaba haciendo el servicio militar ( "sirviendo a Alfonso XIII" nos cuenta) en Madrid cuando se proclamó la República. Vivió, por tanto, en primera persona todos estos acontecimientos. Coincide en señalar que fueron una fiesta, que la gente se echó a la calle, que hubo comunión con las fuerzas armadas... Tras su paso por el ejército volvió a Santa Amalia, donde pasó toda la II República. Era un militante socialista ( "de la Casa del Pueblo" nos relata, "la UGT y el PSOE eran lo mismo") Nos introduce en las apreciadas ventajas que llevaron sus compañeros de la alcaldía al pueblo. Vuelve a llamarnos la atención como se acuerda de las leyes más importantes aprobadas, de las mejoras introducidas en la localidad, de la normativa laboral, de la cuantía de salarios, descansos...
Estalla la guerra civil y la pasa en distintos frentes como carabinero, cuerpo en el que consigue alistarse. Tras sufrir un periodo de cárcel regresa al pueblo donde se gana el salario con su humilde trabajo. Hasta que llega el momento de la emigración a comienzos de los 6O y como miles de extremeños se ve obligado a dejar su tierra. En nuestro caso se desplaza a Benetusser donde se encontraban muchos de sus paisanos. Así lo hemos podido comprobar, con su activo Centro Extremeño en el que se celebran intensas y numerosas actividades ( en este fin de semana se preparaban para celebrar el Día de Extremadura). Guarda un recuerdo especial al homenaje, presidido por la alcaldesa socialista de esta localidad de cerca de 15.000 habitantes que le dispensaron por su centenario.
Con su pensamiento siempre a la izquierda, se despide de nosotros dándonos un enérgico apretón de manos y pareciéndole corta la hora larga ininterrumpida de grabación que le realizamos y en la que prácticamente no dejó de hablar. Hasta pronto, compañero.