domingo, 17 de diciembre de 2023

ESTULTICIA

Todavía recuerdo cuando Francis Fukuyama anunció la teoría ( luego desmontada) del fin de la Historia y, más adelante, como desde los sectores más conservadores de la intelectualidad trataron de imponer la propuesta de que vivimos en momentos de tal desideologización. Intentos en los que se pretenden borrar las barreras entre la derecha y la izquierda ( algo, por cierto, poco original: que se acuerden los más mayores cuando Franco aconsejaba a sus “súbditos” no meterse en política). Por eso, me parece interesante insistir, precisamente analizando pormenorizadamente los acontecimientos de la más candente actualidad, que, siguiendo al profesor Paul Auster, existen claras líneas divisorias entre la izquierda y la derecha. Entre otras, la siempre pregonada supremacía de las élites por parte de la derecha frente al anhelo de igualdad que persigue la izquierda. El ansía de progreso, de constante cambio o transformación, llamémosle si queremos evolución, que está detrás de todos los programas de la izquierda. En frente, la reacción, el conservadurismo, el estarnos quietos o el inmovilismo que suele caracterizar a la mayoría de las proclamas de la derecha a lo largo del tiempo. Si hacemos un recorrido histórico, al menos desde el siglo XIX, lo que mejor define a las posiciones de izquierdas es la Democracia, mientras que las derechas han estado presentes en buena parte de los posicionamientos más autoritarios. Es más, les ha costado ( y mucho en ocasiones) aceptar el parlamentarismo). Por eso no es ninguna tontería, ni necedad, insistir en que, dentro de lo legítimo que puede resultar mantener y defender una ideología, sí que existen hoy en día muchas diferencias entre la izquierda y la derecha. Los más modernos tratadistas hablan de modelos. Y tienen razón. Es evidente que escrutando las políticas llevadas a cabo desde los gobiernos, al margen de intentar poner orden a la hora de llevar a cabo las líneas programáticas anunciadas antes de una convocatoria electoral, o las subsiguientes a un pacto con fuerzas políticas similares, se intentan desarrollar actuaciomes impregnadas de ideología. Por consiguiente, queda claro que no es lo mismo una política fiscal que exime del pago a las rentas más altas, que otra que prima que paguen menos impuestos los que tienen menor renta disponible. No es lo mismo avanzar en la universalización de beneficios para todos en educación, sanidad o dependencia que aquellos que propugnan que el que “lo quiera lo pague”. No es lo mismo la solidaridad con los más desfavorecidos, vengan de donde vengan, que aquellos que consideran los gastos en cooperación superfluos. No es lo mismo eliminar las iniciativas que reivindican los valores democráticos, que inventar nuevas normas que profundicen en supuestos agravios. Sí, claro que siguen existiendo diferencias ideológicas. Si, claro que sigue existiendo la derecha y la izquierda.

domingo, 10 de diciembre de 2023

PRONUNCIAMIENTOS

A lo largo del siglo XIX hubo numerosos pronunciamientos en España. Era una época donde resultaba misión casi imposible descabalgar al Partido que ostentaba el Gobierno y, por lo tanto, el Poder para regir los destinos de la Nación. Así nos lo manifiestan, de manera mucho mas profunda, los trabajos relacionados con Extremadura de los profesores Miguel Ángel Naranjo Sanguino, Juan Antonio Matador de Matos y Manuel Roso Díaz. El clientelismo, el sufragio censitario, que hacía que participase una ínfima minoría de la población en las elecciones, así como las diversas corruptelas, contribuían a ello. El procedimiento era siempre el mismo: una primera trama civil ( organizada por los opositores políticos al gobierno a derrocar) preparaba el terreno. Luego los militares se “ pronunciaban” y a partir de ahí, el éxito estaba condicionado, en gran medida, por el apoyo de las masas. Todo esto fue decayendo a partir de la Restauración. Pero, lamentablemente, sabemos, por experiencia de nuestra reciente historia, que estos intentos de subvertir las más elementales normas de la convivencia en democracia, no desaparecieron. En la actualidad, sectores de la extrema derecha y nostálgicos del antiguo régimen, apelan, por todos los medios, a desalojar del Gobierno a aquellos que están legitimados para ocuparlo, de acuerdo con los resultados de las últimas elecciones generales y, sobre todo, de la coordinación para hacer valer que es posible el acuerdo entre fuerzas políticas de ideologías diversas. Por lo que escuchamos en sus manifestaciones, parecen tener prisas y no querer esperar nuevas convocatorias del sufragio. Así no. Ante todo impulsemos y divulguemos los valores democráticos. La mejor alternancia está en el convencimiento ciudadano de que se puede mejorar la vida de la gente ( o premiar a los que lo estén haciendo). Algo que da la sensación de que no entienden desde el PP. Acabamos de verlo en ejemplos como su entrega a VOX reduciendo el presupuesto en Extremadura para la cooperación internacional y justificándolo al considerar que es un gasto supérfluo. . De vez en cuando teatralizan los desencuentros haciendo alegatos de enfado en los medios de comunicación. Pero a la hora de la verdad, lo que priman son los intereses por mantener determinadas parcelas y posibilidad de decisión que tanto les ha costado conseguir. En definitiva, son fieles a su ideología ( algo respetable y comprensible), sin embargo, no son capaces de mirar más allá del sofá de su despacho donde siguen dormitando

domingo, 3 de diciembre de 2023

HÁBITOS

Cuando se comienza un nuevo periodo estacional, ya sea tras las vacaciones de verano, ya sea a comienzos de año, se suele producir un catálogo de buenas intenciones con cambios en las formas de vida que, en muchas ocasiones, difícilmente se consolidan. También sucede tras experiencias traumáticas o simplemente cuando uno toma la firme decisión de dar un vuelco a sus rutinas. Hay a quien le sucede a partir de una cierta edad, como muy bien reflejan algunas películas y libros, en los que los protagonistas reflexionan sobre lo vivido y fundamentalmente sobre lo que les queda: retos, objetivos cumplidos, satisfacciones e insatisfacciones… Pero lo que si es determinante y que yo suelo observar en lo que me rodea ( especialmente en el ámbito deportivo), es el hecho de la frecuencia en la que un cambio permanente en un hábito en su vida ha hecho que el resto venga a continuación. Estamos hablando, por ejemplo, de la práctica deportiva, desde el momento en el que vemos en nuestras calles y parques a miles de mujeres y hombres corriendo, o por ejemplo animándose a participar en pruebas populares. En ellas se conjuga y se hace evidente la mejora de la salud con la alegría de, en determinados casos, conocer a más gente, viajar y hacer turismo deportivo y sobre todo, sumar multitud de anécdotas que llenan de júbilo sus horas. Sin olvidar el hecho de que estos cambios han permitido dejar atrás otros excesos en el consumo, a modo de muestra, de alcohol y tabaco. La mejora del descanso y la alimentación más sana y equilibrada les llena de energía y permite que el sobresfuerzo físico se haga más llevadero. Sin embargo, no todo son instantes de felicidad. También me he encontrado auténticas obsesiones por el ejercicio físico. Cambios radicales que bloquean y hacen perder muchas conquistas de una vida cotidiana compartida. Riesgos incluso para la salud en aquellos que, repentinamente, creen que han encontrado el elixir de la eterna juventud. Momentáneamente pretenden tener 30 años menos y se lanzan al abismo cual si fueran atletas de élite. En estos casos, necesariamente, los cambios de hábito han de ser paulatinos. No es lo mismo alguien que llevan varias décadas realizando actividad física, ya sea moderada o con más intensidad, que aquellos que tras una vida de intervalos en sus formas de comportamiento, se atreven con todo sin la más mínima prudencia. Que la serenidad predomine en un cambio que, bien llevado, te va a traer multitud de buenos momentos. Como la cara de alegría que se te pone al alcanzar una meta o tras un duro entrenamiento. Te lo has ganado.