martes, 12 de abril de 2016

EL RETROVISOR


El sábado pasado nos reunimos en Almoharín un elevado número de militantes socialistas, a los que se unieron simpatizantes, representantes de Asociaciones de Memoria, profesores de la Universidad y en general gente interesada por la Historia. En nuestro caso por la Historia del socialismo.
Fue una densa jornada donde tuvimos largo tiempo para hablar sobre el devenir del PSOE. El más remoto, el de nuestros orígenes, pero también el más reciente, con las experiencias de compañeros, como Victorino Mayoral Cortés quien nos deleitó con su amplísima trayectoria política y sobre todo nos ilustró con sus trascendentes aportaciones, en especial, al mundo de la Educación. Toda una revolución en la década de los 80 y 90.
Es cierto, tal y como comentaba Guillermo Fernández Vara, lo hicimos y había un motivo: somos el único Partido que puede celebrar unas Jornadas para debatir sobre su Historia. Por eso estamos muy orgullosos de nuestros 137 años. Por eso nos interesa resaltar lo que realizamos, para continuar en la senda de nuestros principios y para reconocer  y corregir nuestros errores.
Pero era también el momento de la gente. Se escuchó la voz de las Asociaciones ante la inminente Ley de Memoria Democrática de Extremadura con un referente, magistralmente expuesto por Miguel Ángel Melero, en Andalucía, o las recomendaciones del abogado madrileño Eduardo Ranz sobre la simbología franquista, seguidas con gran atención por muchos afectados en sus localidades.
También volvieron a sonar desgarradores los testimonios orales. Tanto los presenciales, los vividos en primera persona, como los de las investigadoras de Montánchez que expusieron parte de su trabajo de recogida de muestras de nuestra pasada herencia.
Ese bullir de gente que llenó  el salón de actos del Centro Cívico (que metáfora, fue el antiguo cine del pueblo) hizo posible que los versos cantados de Fede Muñoz pusieran un genial colofón a este magnífico día de convivencia.

Pero lo que quedó en el ambiente, como me transmitieron muchos de los asistentes, fueron las contundentes palabras de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, quien a modo de recordatorio, nos explicó lo importante que es tener en un coche un amplio parabrisas, para poder mirar claramente hacia adelante. Pero es quizás igualmente necesario contar con un retrovisor. Para tener presente lo que dejamos detrás.

miércoles, 6 de abril de 2016

martes, 5 de abril de 2016

FELICIDAD


Imbuidos por la pasión, política en nuestro caso, no percibimos en numerosas ocasiones el bullir de la calle en determinados momentos del año. La alegría de la gente que se plasma, a la primera oportunidad que tiene, para compartir aficiones, preferencias o simplemente deseosa de disfrutar de los espectáculos. En especial y en estos meses, al aire libre.
Digo esto porque recientemente he tenido ocasión de acudir a dos eventos, donde al margen de los protagonistas que llevaban la acción, era muy revelador ver a la gente feliz. A las multitudes generosamente sonrientes. Al despertar de la vida.
Y hablo desde perspectivas muy diferentes. Recuerdo hace escasamente un mes cuando en Cáceres se celebraba el Campeonato de España de Marcha y en medio de una tromba de agua, era continuo el devenir de los atletas de todas las edades y de todas las Comunidades Autónomas. Una mañana muy completa en el que si  te desplazabas por cualquier parte del circuito te agradaba contemplar los gritos de ánimo de los espectadores, las muecas y/o saludos de los atletas,  el pasmo de los viandantes…. En definitiva la sorpresa por la ruptura de la cotidianeidad.
El otro marco de referencia ha sido hace unos días en Arroyo de la Luz. Asistía a la denominada fiesta del caballo. Resultó enormemente llamativo cómo miles de vecinos del pueblo, arropados por numerosos viandantes, se echaban a la calle. Veían el deambular veloz de jinetes y caballos. Reían hasta caer con las peripecias de las ingeniosas carrozas. Asistían divertidos a los desfiles. En síntesis, no sólo veían la vida pasar sino que se sumergían en las posibilidades que da compartir la alegría.
Así pues, de eso quería hablar hoy. Lejos de la necesaria prosa de la vida pública pero cerca de lo que, en teoría, deben narrar los números y letras de sus textos. De los documentos que discutimos en nuestras reuniones y Comisiones. De nuestros debates y pugnas ideológicas. De lo que siempre decimos y en no pocas ocasiones obviamos: de la vida de la gente. En esta ocasión, para bien. Pero sin olvidarnos de que junto a la necesaria felicidad, al imperioso impulso por pasarlo bien, somos corresponsables de las desgracias, de los desatinos, de la desafortunada realidad de miles de extremeños.

Tenemos la ocasión de contribuir a aminorar sus cargas. Tenemos que dejar el sello que recuerde que ahí estuvimos. Que fuimos nosotros.