viernes, 25 de mayo de 2012

PENSAR, DECIR, HACER

PENSAR, DECIR, HACER Estamos habituados a escuchar brillantes discursos que luego se justifican en evoluciones del contexto para no llevarse a cabo y que corroboran lo que coloquialmente conocemos como “papel mojado”. Y es que decir lo que se piensa, no es lo mismo que hacerlo. Esta es una de las razones por las que sería más prudente esforzarnos en mostrar nuestras cualidades, en realizar el trabajo que mejor podamos ( o sepamos hacer) con la simple, pero grata satisfacción personal e incluso, sin vanagloriarnos, pero tampoco sin faltas modestias, al aceptar el reconocimiento colectivo a tu tarea. Pero no como un fin en sí mismo. No podemos actuar con la intención de que, haciendo bien las cosas, todo debe continuar igual. Es preferible ser consciente de que nadie es imprescindible, por lo que aunque algo funcione, y de manera más que óptima o correcta, no pasa nada por modificarlo. Las pruebas evidencian que todo sigue su devenir. Aunque no igual. A veces te frustra el sentimiento de que priman más las relaciones o los elementos de presión que la cohesión de los equipos. Sin embargo no podemos caer en la tentación del abandono al destino de lo habitual. Hay que hacer Historia. Se puede si se quiere. Te dejan si no te callas. Estarás y te respetarán si tienes iniciativa. El triunfo y/o el fracaso no se producen si no se intentan. La inactividad es sinónimo de olvido. Aunque a muchos les venga mejor no moverse ( no “enredar” según los casos), el adocenamiento al adaptarse a la realidad existente, incluso si no te gusta, es contraproducente. Evita el pensamiento crítico que es, aunque parezca contradictorio, el que provoca los grandes avances. El debate sobre la falsa unidad no es enriquecedor pues limita la diversidad de pensamientos, de opiniones, de opciones.... Cosa bien distinta es la lealtad. Así pues habrá que impulsar a aquellos que piensan, pero sobre todo a los que dicen ( y no callan) y principalmente a los que ejecutan lo que piensan y dicen.