Resultan muy dolorosas las acerbas
críticas que se realizan en muchas ocasiones a la acción pública por parte de
determinados sectores de la ciudadanía. Por eso, en esta ocasión, quisiera
centrarme, en todo lo contrario.
Voy a mostrar mi agradable percepción de
cómo hay otros mundos más allá de interesados cuestionamientos.
Y, como de costumbre, me gusta poner
ejemplos vividos. La semana pasada tuve la magnífica oportunidad de asistir a
la entrega de unos Premios a la Innovación Educativa y a las Buenas Prácticas (
¡bonita expresión!) en los centros escolares. Los denominados Joaquín Sama y
Tomás García Verdejo, respectivamente.
Previamente estaba teniendo lugar, en el
Palacio de Congresos de Badajoz un Congreso donde profesores y expertos ponían
en común las nuevas metodologías que se utilizan en el aula.
Y aquí está la cuestión. Más de 1000
profesionales de la educación reunidos desprendiendo una ilusión por aprender,
por innovar, por compartir que no se corresponde con la imagen que desde fuera
muchos quieren mostrar de este entorno: padres agresivos, alumnos
sobreprotegidos, maestros y profesores que se limitan exclusivamente a pasar el
rato con ellos o en su defecto que manifiestan su hartazgo por la tensión
continua a la que se ven sometidos….
Nada más lejos de la realidad lo que yo
veía. Gente que pululaba de un lado a otro del recinto, que hablaban entre
ellos, que preguntaban, que no dejaban ni un momento de interesarse por mejorar
en su trabajo.
De eso trata esta columna. De revertir
situaciones donde nos encajonamos en la desilusión. Donde aceptamos el estado
de las cosas que algunos pretenden imbuirnos como el único posible. Donde nos
planteamos para qué esforzarnos.
La respuesta está en la ilusión de
levantarte cada día convencido de que haces lo que más te gusta. La ilusión de
demostrar a los que te rodean que puedes ser útil con tu implicación. La
ilusión de estar siempre aprendiendo ( que es lo mismo que decir que estás
permanentemente vivo).
Así es, frente a las acerbas críticas de
los cenizos, posicionemos nuestros retos. Estamos donde queremos estar e iremos
donde nos gustaría ir si entre todos nos volcamos. Optimistas por naturaleza.