martes, 26 de septiembre de 2017

EVANESCENTE


Hace unos días leía la historia de una cooperante española asesinada. Se hablaba que había encontrado la razón de su existencia en los demás. Que vivía en ellos.
Se llegaba al instante tremendo, que tantas veces hemos escuchado, de percibir cómo la existencia se vaciaba, precisamente en aquellos contextos donde había plenitud de posibilidades materiales para desarrollarse.
La sensación evanescente en la que todo se esfuma. Todo desaparece. Nada permanece, la tenemos, día a día, cuando no reflexionamos. Cuando no pausamos. Cuando no interiorizamos las decisiones.
En la vida pública se producen frecuentemente comportamientos bipolares. Excrecencias dialécticas de las que luego nos arrepentimos. Como solemos decir de manera coloquial: “prontos”.
Por eso, imbuidos de una civilización donde se prima la inmediatez, es el momento de reivindicar la profundización. La lectura serena y tranquila de los acontecimientos. El combate del esfuerzo por convencer al adversario que, únicamente, se gana cuando eres capaz de demostrar que no es la sonoridad de unos aplausos, o el estilo soez de tu forma de expresar, la que levanta los ánimos, sino, la certeza de la bondad de tus argumentos. Con más o menos silencio.
Ahora, con el comienzo del otoño, nos entran las prisas por llevar a cabo, sin dilación, los objetivos anuales. Despreciemos la luz de lo instantáneo y recorramos los vericuetos de las subidas y las bajadas, de los aciertos y los errores, del caminar  cuatro pasos aunque retrocedas dos.
Aprendamos a escuchar más allá de nuestras propias voces. En los otros está la sabiduría. Corramos con pasión, una y otra vez. No dejemos nada al albur del triunfo de lo esporádico. Busquemos consolidar el progreso.






martes, 19 de septiembre de 2017

VALORES DEMOCRÁTICOS


Cuando hablamos de valores, parece que nos referimos a cuestiones intangibles. Están ahí, pero no podemos tocarlos ni materializarlos. Si encima le añadimos el concepto democrático, introducimos un elemento más de complejidad.
Sin embargo, no es menos cierto, que los valores democráticos no surgen de la nada. Hay que educarlos. En estos últimos días hemos asistido en España a la recurrente apelación sobre la supuesta perversión de la Democracia.
Se ha llegado al extremo de acusar, de manera totalmente infantil, como si de un enfado púber se tratara, de incumplimiento de sus normas por parte del Gobierno de la Nación.
Esto, que alguien podría pensar que se trata de mentes poco cultivadas, lamentablemente no es así. Disfrazados de la pátina de la superioridad intelectual, de la llamada a la desobediencia ante lo que no nos gusta, se impulsa la rebelión.
Estamos hablando, una vez más del nacionalismo. Desde el respeto a los sentimientos individuales ( no olvidemos algo de lo que nadie duda: España es una Nación), es evidente que no podemos cerrar los ojos ante miles de gritos que claman por su independencia. Tampoco podemos dejar “tirados” a otros tantos que se muestran inclinados por mantener su sentido de  la identidad histórica y compartida entre todos los españoles.
A  eso se le añade el mensaje de que cualquier mentalidad progresista estaría de acuerdo en que la frontera divide. Traza líneas de separación. Induce a la desigualdad, a la intolerancia y a la insolidaridad. Se olvida de aquellos que contribuyeron a hacer de su tierra un espacio de convivencia y de progreso y elimina, a través de un Boletín Oficial, todo ese legado.
Pero, sobre todo es injusto. Ahora, que se ha crecido más que en otras partes del Estado se apela a no contribuir al desarrollo de los demás. A la insurgencia contra la pobreza. A incrementar los elementos que subrayan las tragedias humanas del paro y de los desequilibrios en todos los sentidos: infraestructuras, financiación y modelo de desarrollo común.

Por muchas razones y en un mundo cada vez más globalizado, me siento, desde la asunción de las diferencias, si cabe más internacionalista. Me alegro del bienestar de unos, como me apeno de la decadencia de otros. Me gustaría sentirme partícipe de ambos.

martes, 12 de septiembre de 2017

CAMBIOS EDUCATIVOS


Llega septiembre y, como si de un renacer se tratara, surge de nuevo, desperezándose en un primer momento, la vida en nuestros pueblos y ciudades.
Hoy, quisiera referirme a una de las situaciones con la que nos encontramos  y que siempre nos llama la atención: la vuelta a las aulas.
Desde el punto de vista histórico, tendremos que resaltar que el sistema educativo ha ido teniendo numerosos cambios, de acuerdo a las épocas, y en los últimos años, relacionado con las leyes que lo contextualizan.
Pero, sin duda, por partir de un origen determinante para la realidad actual, hemos de reseñar las modificaciones sustanciales que tuvieron lugar a partir de la Revolución Industrial.
Fue en ese momento, cuando se ideó un sistema pretendidamente universal. En el que los obreros pudieran capacitarse para desempeñar su trabajo. En el que las clases pudieran acoger a un elevado número de alumnos y se tuviera un continuo intercalado entre las distintas materias que contarían con diferentes profesores. Allí, también, se estableció una jerarquía para determinadas asignaturas.
A partir de entonces, la situación ha devenido en adaptaciones al medio, cambios estructurales: edificios más modernos y funcionales, materiales que permitían el aprendizaje con más facilidad, profesorado cada vez más y mejor formado….
En paralelo se sucedían las teorías pedagógicas y su aplicación iba directamente influida por el medio político en el que se desenvolvían. Así, democracias y dictaduras beligeraban en pro de llevar a buen término sus propósitos adoctrinadores.
Hoy, la dinámica viene determinada por la pugna partidista. De esta forma, y a falta de un Pacto Nacional por la Educación, convivimos con el permanente descalabro de la utilización endogámica de las supuestas virtudes o perniciosos efectos ( según quien lo describa), del modelo educativo imperante.

En realidad, lo cierto es que esta semana se ha vuelto a escuchar el bullir de miles de chicas y chicos, la mayoría deseosos de reencontrar sus amistades, de contar su bullangero verano, de fabular increíbles nuevos mundos, de continuar viviendo….