sábado, 29 de febrero de 2020

REMINISCENCIAS


Acaba de pasar el 23 de Febrero, y  como parte de nuestro recuerdo, llega a nuestra Memoria algo que pasó. Una reminiscencia que cada vez queda más alejada, afortunadamente, de nuestras preocupaciones y más situada, donde debe estar, en las páginas de la Historia.
Son momentos, junto a muchos otros, para seguir permanentemente inquietos ante la indiferencia que algunos pretenden ejercer sobre lo que cuesta asentar la Democracia:  por ejemplo también se recordaba también hace unos días el aniversario del asesinato por ETA de Fernando Buesa y de su escolta.
 En ese sentido se aprobaba recientemente en la Asamblea de Extremadura una Ley sobre las víctimas del terrorismo.
Si bien la Historia, escrita, vista o narrada, según las nuevas tecnologías que hoy podemos utilizar, aporta como fuentes un selecto repertorio con cada vez mayor abundancia de información, la Memoria de los testigos, el testimonio de familiares, de amigos, incluso de los verdugos, debe servirnos como experiencia que tenemos la obligación ética de mantener.
Así pues, no por delicados los asuntos, ni por perentorias las preocupaciones cotidianas, hay que perder en nuestro horizonte vital la presencia de los acontecimientos que han marcado el devenir de la construcción de una ciudadanía corresponsable.
Por eso, ahora que la agenda pública y política la marcan aquellos temas que nos absorben por su inmediatez, no quisiera que dejáramos de lado, estos otros que van y vienen, únicamente en momentos puntuales.
Queremos pensar que todo aquello que no nos afecta en el día a día puede ser importante emocionalmente pero no lo es desde el punto de vista material. Nos equivocamos al caer en este tipo de reflexiones, o al menos seríamos tremendamente injustos, si no somos capaces de abstraernos y percatarnos que, si ya hemos dicho en muchas ocasiones, que “somos lo que fuimos” ahora tendríamos que reiterarnos señalando que “ somos lo que somos gracias a los que nos hicieron así”.

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No tratemos de pretender que lo que ahora protagonizamos es el centro del Universo. La Historia se construye de caminos. Y es gratificante reconocer que forman parte de nosotros, desde Viriato hasta el recientemente fallecido Fernando Morán.

domingo, 23 de febrero de 2020

LA SOLEDAD


Escuchaba en una ocasión a un pintor referirse a la soledad acompañada. Parecían conceptos contradictorios. Pero no lo son. Quizás, sea  un problema mayor en los núcleos más importantes de población, pero no lo es menos en otros.
Al hilo de esto, charlaba con un compañero de la vinculación generalizada, a la hora de hablar de la soledad, con las personas mayores. Es cierto, que en su mayor parte podemos estar hablando de este colectivo. Y en ese sentido, es muy necesario que las políticas públicas se vuelquen en potenciar iniciativas que palíen y, si es posible, eviten situaciones de aislamiento no deseado.
Sin embargo en las sociedades actuales,  en plena explosión de la digitalización de nuestras vidas, existen fenómenos paralelos que no van unidos explícitamente a la edad de los afectados.
Vivimos en comunidades en las que, en no pocas ocasiones, no nos conocemos los vecinos.
Formamos parte de una nueva cultura en la que la vida en la calle cada vez se hace más prescindible. El mundo real se sustituye por el virtual.
No es la primera vez que denunciamos, por ejemplo, el avance progresivo de fenómenos como la obesidad infantil y juvenil. Nuestras generaciones más jóvenes apenas juegan en la calle, practicar deporte de manera habitual casi queda relegado a los mayores de 40. El cuidado o la preocupación por un estilo de vida sana se sustituye por la vida dentro de las diferentes pantallas de las que nos rodeamos.
Y eso cuando no hablamos de enfermedades. A veces nos conducimos a ella. El deterioro de la salud mental es otro indicador de que debemos prestar especial atención a los casos de soledades acompañadas.
Nos vemos rodeados de muchas gentes con problemas. Es un lugar común señalar que cada uno tiene sus historias personales. Que no debemos meternos en las vidas de los demás. Pero sí podemos ayudar a quienes tienen dificultades. Pero sí podemos comprender que para muchos hay situaciones que pasarlas sin contacto con los demás no es tarea grata. Y lo malo es que ellos no nos lo van a demandar. Y lo penoso es que los que les rodeamos no queramos involucrarnos con las peregrinas excusas de que ellos no quieren.

Por estas razones, siempre me parecerá de agradecer el ruido del contacto físico. Las voces de las palabras. El intercambio. El fluir de la vida en comunidad. No acompañemos a la soledad no elegida. Evitémosla.

martes, 18 de febrero de 2020

EPÓNIMO


Resulta que, en muchas ocasiones, reconocemos determinadas acciones asociadas a una persona, un acontecimiento o un suceso singular. Es lo que se viene a denominar, epónimo.
En el caso de Extremadura, es cierto que esas relaciones suelen ser muy habituales con numerosos puntos comunes como son: el mundo y el entorno cultural, el medio ambiente y nuestras enormes posibilidades comparadas con otras Comunidades y otras, quizás menos apreciadas en las últimas décadas, como  los avances en la innovación educativa conectadas con todo el recorrido que se hizo en los gobiernos de Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Fue lo que en aquellos momentos se conoció como la Sociedad de la Información, la apuesta por el sofware libre o por las Nuevas Tecnologías aplicadas a la realidad más inmediata y a buena parte de los servicios públicos.
De ahí viene el reconocimiento a un trabajo que es preciso reseñar su lentitud para hacerlo asumible.
Si bien, vivimos en entornos dinámicos, en lo que todo cambia a una velocidad vertiginosa, no es menos cierto, que los historiadores, cuando queremos analizar los avances estructurales en las modificaciones o hábitos sociales, necesitamos tramos temporales o espacios cronológicos amplios.
De ahí deriva su verdadero valor. Cuando somos capaces de comprender que hay que equivocarse para acertar. Que hay que caerse y volver a levantarte para avanzar. Que, pese a la humildad, en regiones periféricas como la nuestra, podemos ser la enseña en la que se reflejan otros, supuestamente más avanzados.
Siempre recordaré, a modo de anécdota, como compañeros de otras Comunidades, cuestionaban nuestras posibilidades para hacer la transformación que se realizó en la región, tanto en infraestructuras educativas, como en el equipamiento de las aulas. Otras estaban llenas de deudas o se habían gastado sus recursos en financiar televisiones. Aquí, se decidió potenciar la educación en el sentido de un bien del que pudieran disponer todos los alumnos, al margen de los recursos económicos de los que dispusieran sus padres.
Hoy posiblemente nos afrontemos a otros retos. Por eso, quizás en un futuro próximo, los historiadores quieran hacer sus investigaciones sobre la realidad de una economía verde y circular en un mundo en el que el cambio climático trastorna todas las previsiones. Quizás sea el momento de que el nuevo reflejo sea el decidido empuje hacia las energías alternativas. Quizás, otra vez más, sea el momento de la educación en valores. Esta vez medioambientales.

Estamos s a tiempo de hacer Historia.