domingo, 27 de marzo de 2022

EXPECTATIVAS

Señalaba Felipe González que la política consistía en gestionar las expectativas de la gente. Por consiguiente, no se trata de huir de las ideologías ya que, pese a que algunos se empeñen en denigrarla, de manera totalmente confundida, todo lo que hacemos en nuestras vidas es política. A modo de ejemplo, ahora que estamos muy preocupados por las cuestiones internacionales, su tratamiento no puede ejecutarse sin sopesar el estricto cumplimiento de los Derechos Humanos. Todos tenemos en nuestras retinas las imágenes de los refugiados. De los exiliados. De los inmigrantes. Esa imagen, incluso de los torturados, que una y otra vez nos persigue. Si nos diera por preguntar el motivo de sus movimientos, la mayoría coincidiría en precisar que lo único que quieren es mejorar su calidad de vida, dado que donde están no es posible. Al menos de momento. Sólo a un cerebro deshabitado se le puede ocurrir que lo hacen a propio intento y a costa de los demás. En este sentido, me viene a la memoria la entrevista realizada el pasado fin de semana a un atleta campeón del mundo de pista cubierta. Con su medalla de oro al cuello, reconocía su origen humilde y que su mérito estaba en el trabajo. En creer en que luchando se pueden conseguir los objetivos que se planteen. Por eso es importante tener siempre retos. Por eso es fundamental mantener una valoración objetiva de los medios que se disponen y de lo que necesitas para poder seguir progresando. La ilusión, el ahínco, la perseverancia… la pone cada uno. La indiferencia, la crítica, los obstáculos hacia el que intenta los cambios no pueden impedir las intenciones. La cuenta de resultados, como en cualquier empresa, dará un saldo positivo a los que no decaigan en el empeño. Sí, expectativas que precisan de unos responsables públicos idóneos para saber gestionarlas.

domingo, 13 de marzo de 2022

CONTUMACIA

La rebeldía ante una injusticia, la dureza en la lucha contra lo que se considera un error, es algo que estamos viviendo constantemente, acentuado por los acontecimientos internacionales de las últimas semanas. Ya sabemos en España que ocurre cuando, ante la defensa de la Democracia, tus iguales te dejan solos. Vuelven a llamar la atención la aparición de brigadas internacionales. Combatientes voluntarios que van más allá de lo que pueden ofrecer sus gobiernos o sus países de origen. Siempre hemos hablado en este espacio del carácter de maestra de la vida que tiene la Historia. Pero siempre hemos vuelto también a insistir en el predominio de las repeticiones, que aún a sabiendas, se producen, cuando las posturas son evidentemente equívocas. Ese es el motivo principal por el que debemos tener muy claro que en esta ocasión los matices, las zonas grises, los claroscuros, están menos definidos. Utilizando una terminología muy simple, es una guerra y hay pruebas más que objetivas para definir a los buenos y a los malos. Eso sí, no podemos caer en la trampa de generalizar. Hay que diferenciar régimen de población. Y es más que interesante ver que pese a las tremendas dificultades y las consabidas represiones, la población rusa se moviliza contra la invasión. Luego están tres cuestiones: las reconstrucciones ( el pago de los “platos rotos), las pérdidas irrecuperables ( las enormes cantidades de vidas humanas arrebatadas por la sin razón) y la respuesta al interrogante ¿para qué?. Es decir, ante un panorama desolador, si el triunfo de la fuerza se impusiese, ¿ de qué serviría? ¿ tendrías a una población sojuzgada, sometida a la bota y aplastada por un dictador? o ¿ se prefiere un panorama, como el que ahora estamos viviendo de una población en un gran número exiliada? ¿Tierras sin gente? ¿ Gente que se queda y no te quiere? Muchos dilemas para la resolución de un conflicto cuyas regulaciones, como aprendimos en la Universidad, son muy complicadas de aplicar en la práctica. Todo muy alejado del deseo mayoritario de dar una oportunidad a la paz. De no ser capaces de comprender el por qué tiene que pasarme a mi esto. De las continuas apelaciones a que vivimos en el siglo XXI. Y en el occidente y el norte desarrollado…