martes, 23 de febrero de 2016

CERCA DE TI


Vivimos una época de encuentros. De negociaciones. De máximos y de mínimos. De principios y de sillones. De personas y de tacticismos. Por eso llama mucho la atención que tanto en la futura composición del Gobierno de España y/o del debate de investidura, como en Extremadura con los Presupuestos, a la mínima surjan las dudas hacia la credibilidad de los interlocutores.
De esta manera se extiende la mácula de la sospecha hacia un Partido por lo que supuestamente se juzga hizo en el pasado. Se mezcla la parte con el todo. Se obvia que presuntos malos comportamientos ya fueron juzgados por las urnas. Se olvida que estamos en un tiempo nuevo. El de las personas y también el de las ideologías.
Se cuestiona que uno lo vaya a hacer bien cuando antes se  “hacía mal”. Se tergiversa por tanto, el sentido del voto, pasando por alto que, fruto del hartazgo, la gente te ha elegido para cambiar. A mejor.
Así pues, pasa el tiempo y mientras tanto en nuestra tierra, pese a que algunos entiendan que es demagogia: cuesta cobrar la renta básica, no se pueden emprender acciones efectivas para luchar contra el desempleo tal como uno quisiera, los compromisos electorales se ralentizan….
Y en el resto de España nos sumimos en la incertidumbre. El gobierno en funciones no está. El protagonismo ha pasado a los nuevos actores. Los ministerios están casi de vacaciones. Todos los actores implicados están fundamentalmente preocupados por su futuro más próximo. Por eso nadie se atreve a planificar con rigor, dado que se duda de la continuidad.
En este sentido, cobran máxima actualidad los versos de Fito: “quiero estar cerca de ti, lo más lejos a tu lado”. Pena da que para un sector importante de eso que denominan clase política quede sólo en palabras. Mientras, los socialistas seguiremos atendiendo las llamadas de los humildes, del que te pregunta por problemas concretos, del que busca soluciones a su vida diaria. De esas clases medias y bajas que al paso que vamos corren serios riesgos de perpetuarse en la pobreza. Y no es ninguna exageración mediática.




martes, 16 de febrero de 2016

MARE NOSTRUM


Si uno quiere luchar contra la insensibilidad, vacunarse contra la rutina, rebelarse contra la impotencia o el conformismo, debe, pese a que a veces parezca predicar en el desierto, insistir en denunciar las injusticias.
Para ello hay que saber aprovechar las cualidades y los altavoces de los que te puedes rodear. En mi caso, la escritura, juntar letras como dirían algunos, me sirve de bálsamo para trasladar a la opinión pública, mensajes que, insisto, aunque sean reiterados, siempre serán precisos, oportunos y necesarios.
El caso que nos ocupa hoy es el abandono de la pretenciosa Europa hacia nuestros semejantes que fluyen de otras partes del mundo. Rodeadas nuestras costas por un mar, el Mediterráneo, que tanta riqueza nos ha proporcionado y que en tantas ocasiones nos ha servido para compartir, intercambiar, aprender…. asistimos impasibles, la mayoría de las ocasiones, al abandono en sus playas de cadáveres cada vez más numerosos y de todas las características sociales, económicas, de género, edad, raza, religión…
Tanto presumir de respetar los Derechos Humanos y ponemos el grito en el cielo ante esta anunciada “invasión”. Y digo anunciada porque, como todo el mundo debe conocer, a diferencia de otras épocas de nuestra Historia, la llegada, más bien la huida, de estos miles de personas viene motivada fundamentalmente por la amenaza de supervivencia en sus lugares de origen.
Debatimos sobre cómo conceptuarlos: inmigrantes, refugiados, asiliados…. Cierto es que cada grupo puede tener una connotación diferente a la hora de poder atenderlos y darles una respuesta digna, pero no lo es menos que, salvo raras excepciones, vienen caracterizados por un denominador común: la necesidad de ayuda.

Esta puerta de Europa ha hecho que nos acostumbremos a unas imágenes que deterioran el sentido del clásico mare nostrum: hubo un tiempo en que la gente se movía, se mezclaba, se instalaba, se acogía y entre todos generaron una cultura. Ahora estamos ante un nuevo reto, una nueva etapa o ciclo de la Historia: la diversidad en todos los sentidos. Mientras no lo entendamos, no  habrá eximentes que perturben esta mirada al futuro. Sólo en nuestras manos está en hacerlo más fácil, colaborativo y sobre todo, pacífico.

martes, 9 de febrero de 2016

COSTUMBRES

COSTUMBRES
Acudiendo al reclamo de la invitación de las autoridades locales me desplacé esta semana a Montehermoso. Allí, al margen de disfrutar de la generosa hospitalidad de sus gentes he indagado en el origen de una de sus fiestas más singulares: “Los Negritos”.
En este caso y, como se suele reseñar de manera convencional, su origen se pierde en “la noche de los tiempos”. Pero es muy interesante enlazar los motivos que conducen a un pueblo a convertir una costumbre particular en un sello de identidad de una colectividad.
Nos encontramos ante una muestra de una cultura humilde, unos paisanos que deciden poner en marcha una tradición, arropada por el folclore del baile,  que paulatinamente da el paso agigantado de trascender. Es decir, se transforma de un hecho individual, a  ser el orgullo de todo un pueblo.
Paseando ese día por las calles de Montehermoso, mimetizándome con su ambiente, asistiendo al discurrir multitudinario de sus paisanos, alegres por compartir con los foráneos un día festivo, te percatas de que esto no puede surgir por generación espontánea.
De hecho la calificación de Fiesta de Interés Regional (de la que, por cierto, se celebraba el décimo aniversario) lleva detrás el incansable trabajo y apoyo de las instituciones, de las asociaciones y sobre todo de los directamente implicados en el acto: los bailarines.
La alegría de la gente, arropada por sus representantes públicos, nos deben hacer ver que la política, es decir, el arte de conseguir hacer más fácil la vida de la gente, debe estar jalonada por momentos como éste. Aquí se hace un paréntesis al batallar diario para exhibir con orgullo el derecho a poder convivir, no sólo pacíficamente, sino a contagiar a los que nos rodean de que sería interesante perpetuar el ánimo de colaborar en torno al interés común.
Así pues, felicidades a la alcaldesa y a los concejales del pueblo, tanto a los actuales como a los de los últimos años por haber hecho posible el sueño de muchos vecinos: vivir momentos agradables en saludable compañía.


martes, 2 de febrero de 2016

ROSAS AL AGUA


Como cada año, en las últimas semanas de enero, los socialistas nos reunimos en El Casar de Cáceres para recordar a algunos de nuestros compañeros asesinados en la guerra civil por los franquistas. Insisto en este último detalle, pues como hemos señalado en muchas otras ocasiones, no son “ muertos de guerra”. No fallecieron en combate. Fueron vilmente arrojados a una fosa común por un sólo, reitero, un sólo, delito: pensar de manera diferente.
Esta es la clave que nos une con la actualidad más trepidante. Lo que nos caracteriza a los socialistas, a los progresistas, a la gente de izquierdas, es que somos un partido formado por gente que está habituada a debatir. Y a discrepar. Y a opinar de forma diferente. Así lo hemos hecho  a lo largo de nuestra centenaria historia.
Cuando alguien  ha pretendido cercenar este derecho se ha topado con el muro de la hostilidad de los que hemos construido un espacio abierto a la libertad. Al poder sentirte sin presiones. A poder expresar tu visión de las cosas. A asumir que te puedes equivocar y no pasa nada. A aceptar ser convencido cuando no eres capaz de ser convincente.
De este modo el ensimismamiento en la pretenciosa frase de “ conmigo o contra mí”, únicamente conduce a reclutar un ejército silente de seguidores que actúan en las redes vomitando consignas, en lugar de principios.
Y aquí hemos llegado, la unidad, la prudencia, el diálogo… son posibles cuando se tiene firmeza en las convicciones. Cuando se tiene claro de dónde se viene y a dónde te gustaría ir.
Así, rememorando las rosas al agua que lanzamos el sábado pasado en Casar de Cáceres, coloquemos en el frontal de nuestra mesa de negociaciones, de nuestro espacio de encuentro con los demás, la ideología. Sí, aquello que nos ha hecho lo que somos. Aquello que ha creado nuestra bandera: la igualdad.
Y ahora trátense de buscar elementos que conduzcan hacia ella. Seguro que habrá muchas coincidencias. Ellos hace casi un siglo lo intentaron. Lo hicieron posible durante un escaso tiempo. Hasta que, una vez más, el torrente de la intolerancia dijo basta.