Los discursos de los políticos suelen
constatar la diferencia entre los que se les nota la ficción, la sobre
interpretación, la desmesura, en definitiva, la impostura y aquellos que
denotan limpieza y altura de miras.
A los primeros nos los encontramos lejos
de la realidad y, sobre todo, de la acción o de lo que coloquialmente podríamos
dar en denominar, la cuenta de resultados.
Cierto es, que en campaña esta visión se
multiplica. Pero no lo es menos que, precisamente, para desenmascararlos tenemos
que ir a votar. Ante el presunto cansancio, habría que contestar al que insista
en no acudir, como señalaba Juan Carlos Rodríguez Ibarra, “a mi que me importa”,
yo sí se que tengo que ir. Hay temas como la sanidad, la dependencia, la
educación, las pensiones… que no pueden esperar y necesitamos con urgencia un
Gobierno.
A ellos, a los nuevos responsables de las
políticas públicas les podremos interpelar, aplaudir, sugerir, protestar,
reclamar, aconsejar…
Las Leyes, las publicaciones oficiales,
las licitaciones de obras, los cambios en las vidas de las personas… son la
traducción de los Programas. Son las urnas las únicas que penalizan los
incumplimientos. No hay otra sanción posible para aquellos que dan su palabra y
luego no la hacen posible con los hechos.
De ahí la responsabilidad de contar con
la opinión de los colectivos, de escuchar las demandas de la calle, mucho más
allá de los tradicionales mítines que siempre querrán los partidos para
mantener activos y movilizados a sus simpatizantes.
La
honradez, la mesura y, a la vez, la fortaleza en las convicciones, junto
con la huida de los complejos a actuar o pronunciarse por miedo al ruido
electoral, es la mejor carta de presentación.
En síntesis, la acción frente al bloqueo.
La aceptación de nuevas propuestas que vayan en sintonía con la adaptación a
los nuevos tiempos y a falta de auditorías, la presentación, a modo de balance,
de lo realizado cada cierto tiempo.
Sustituyamos las intervenciones
impostadas por la claridad y por la sinceridad de lo posible. Prometamos.