martes, 29 de diciembre de 2015

SI, BUENO,PERO...


Tras las elecciones generales  del domingo 20 de Diciembre, llegan desde los partidos argumentarios justificativos relacionados con lo que se viene a denominar “memoria selectiva”. Es decir, si tú quieres, como también se dice ahora ,“torturas a los números” y cantan lo que deseas oír.
De esa manera se puede pasar de estar moderadamente satisfechos a profundamente enfadados.
Todo ello sin hablar de entrar a diferenciar los resultados en clave nacional, regional, provincial o local. Siempre se encontrarán matices donde agarrarse.
Pero tenemos evidencias. Algunas tan claras  que procuraremos sintetizarlas: el PP ha sufrido un enorme batacazo pese a haber ganado las elecciones. A él le corresponde en primer lugar formar Gobierno. Veremos a ver si puede.
Los ya no tan emergentes Podemos y Ciudadanos han respondido a las expectativas ( sobre todo el primero) y como demostraron desde las elecciones europeas han venido para quedarse.
El PSOE sigue siendo la segunda fuerza política pese a obtener el peor resultado de su historia. Sólo Andalucía y Extremadura han visualizado la potencia de este centenario partido.
En este sentido, en nuestra región sí que queda mucho más claro el análisis anterior, pues si bien tanto el PP como el PSOE han retrocedido, lo que no admite dudas es que los socialistas han triunfado, una vez más, aparte de que la diferencia en la pérdida de votos es abrumadoramente notable a favor del partido de Fernández Vara. Se consolidan de esta manera los excelentes resultados obtenidos en las pasadas elecciones de mayo y demuestran que la victoria de la izquierda en Extremadura no fue una anécdota.
A niveles provincial y local la cosa es completamente variada. Aquí podemos ver culminados objetivos de victorias continuadas, algunos cambios de tendencia, continuidad en buenos o malos resultados…Y sobre todo, de nuevo, se reproducen esquemas muy similares a los comentados a nivel regional.

En definitiva, en Extremadura los socialistas han conseguido un porcentaje de voto muy superior al del resto de España, colocándose entre los primeros de todo el país.  Aparte de eso el voto progresistas es inmensamente mayor al conservador. Quedan, pues,  pendientes los puentes con  la izquierda.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

CAMBIO DE ÉPOCA


Inmersos en la campaña electoral y al margen de los mensajes, las propuestas, las iniciativas, ataques, defensas, toques de elegancia, salidas de tono… parece claro que muchos quieren llevarnos hacia el debate de las fuerzas denominadas ( ya no lo son tanto) “emergentes”.
Parece también claro que esos mismos sectores están empeñados en diluir lo que ellos llamaban la vieja política en beneficio de eso tan intangible como es la “nueva”. Quieren aportar centralidad, dicen, pero en política el centro, físicamente hablando, no existe.
Tenemos la izquierda (bajo la hegemonía del PSOE) y la derecha (bajo el amparo del PP). El resto de partidos se sitúan ideológicamente a la izquierda o a la derecha de ambos. Al igual que, si nos esforzamos, nos percataremos de que los dos partidos actualmente de gobierno tienen en su interior muchas actitudes y comportamientos que les  hacen escorarse hacia un lado  y otro del espectro.
Lo que, también parece claro es que algunos de los denominados nuevos partidos tienen la intención de ser catedráticos antes de terminar el bachillerato. Y lo que debe suceder es, al igual que hizo el PSOE en su centenaria historia, es que vayan ocupando, con más o menos prisa su lugar en el peso específico que se tiene dentro del tablero parlamentario.
Otra cuestión a valorar es que de todos los partidos que se presentan a estas elecciones, sólo hay uno, el PSOE, que no ha cambiado ni de siglas ni de símbolos. Nos hemos presentado a todos los comicios en democracia con nuestros colores: el rojo, el puño y la rosa. Nuestra ideología de izquierdas. Y el orgullo de la Historia que nos cobija.
No es necesario recordar que somos los responsables de muchas de las cosas buenas que han pasado en España: desde la universalización de la educación a la sanidad hasta la proliferación de leyes sociales que han marcado a las generaciones contemporáneas, como son la de la Dependencia o la de Violencia de Género. Ahora el reto es poder restituir los derechos que lamentablemente se han ido perdiendo en estos cuatro últimos años de infausta memoria.

Nadie duda que nos encontramos ante una época llena de cambios. Nadie duda tampoco que la firmeza en las ideas, la confianza en un equipo, la credibilidad que da el hacer las cosas más complicadas en los momentos más difíciles, hace que estemos ante un nuevo paradigma: un cambio de época.

martes, 1 de diciembre de 2015

VUELVE EL BARÓN MORADO


Han pasado varios meses de trabajo, donde técnicos, funcionarios, políticos, colectivos sociales y ciudadanía en general han ido aportando sugerencias sobre lo que podrían ser ideas enriquecedoras para el proyecto de la Ley más importante de cada anualidad en la Asamblea: la de los Presupuestos.
En esta fase final, asistimos el pasado martes a un Pleno extraordinario donde se debatieron tres enmiendas a la totalidad de los grupos parlamentarios en la oposición.
Cada uno de ellos ha tenido tiempo suficiente tanto para la defensa de sus propuestas,  como para la réplica ante la toma de posición del resto.
Durante varias horas hemos presenciado como desde la tribuna se desgranaban mensajes que iban quedando meridianamente claras las posiciones, las ideas, el modelo de región que se planteaban.
Incluso se ha tenido la ocasión para compartir, rebatir e incluso tratar de convencer al resto.
Y al final, todos hemos tenido la oportunidad de elegir. Y al final, en democracia, todo se traduce en votar. En seleccionar quiénes quieres que sean tus compañeros de viaje. En escoger cuáles son las líneas de actuación  coincidentes.
Y es lo que hemos hecho. Desde el PSOE teníamos una alternativa social a unas cuentas de la Comunidad que en los últimos años habían ocasionado innumerables grietas. Ahora se quería restituir derechos: abrir los PACs, aumentar el número de maestros y profesores, dotar de mejores medios a la sanidad y a la dependencia…
Otros no lo entendían así. Incluso han aceptado correr el riesgo de coincidir, de coger la mano de aquellos ante los que se les llena la boca acusatoria de ser los responsables de los desmanes y sufrimientos de miles extremeños.
Ahora es el momento de la responsabilidad. Nosotros seguiremos trabajando como hemos hecho en estos más de 100 días por corregir desigualdades. Sin embargo se aprecian muchas similitudes con el verano de 2011. Lo que han hecho no tiene, de momento, enmienda. Parece que ha vuelto el barón, ahora morado.






martes, 24 de noviembre de 2015

UNA DE ROMANOS


En una ocasión un compañero, profesor de Historia, me comentaba que había alumnos especialmente dotados para hacerte llegar lo que sabían. Se lo preguntaras o no. Son los típicos casos interesados en transmitir determinada información. Venga o no a cuento.
En la ordenación de los debates cuando alguien se dispersa, el moderador debe llamarle a lo que se denomina “la cuestión”.  Sin embargo, en política, ya sea el foro que sea, tanto a nivel local como nacional, incluso, últimamente en las tertulias de televisión y/o radio no hay forma de centrar el interés del auditorio en lo que se apunta en el orden del día.
En el ámbito en el que actualmente me desenvuelvo me sorprende, día sí y día también, observar cómo si a alguien le inquieren sobre temas que, todos estamos de acuerdo en que están mal o han sido deficientemente ejecutados o en el peor de los casos no se han llevado a cabo actuaciones urgentes y/o necesarias, el interpelado en lugar de admitirlo, esconde su respuesta acomplejada arguyendo nuevos interrogantes sobre otros asuntos presuntamente mal hechos pero que, ¡vaya casualidad! la responsabilidad recaería en la persona que te ha puesto en evidencia.
Algo parecido sucede cuando el interviniente hace uso de la palabra para justificar y argumentar el objeto de una consulta. Es el momento, en principio, para intentar dar explicaciones de los motivos que te  han motivo a pedir la comparecencia de algún responsable. Sin embargo, en lugar de introducir los elementos dialécticos que ayuden a los asistentes a comprender los distintos puntos que les llevan a poner sobre la mesa una petición de aclaración, una queja, demanda, denuncia…. te encuentras con que han utilizado el beneficio del micrófono para espolear a los contrincantes con una batería de agravios que no tienen absolutamente nada que ver con el objeto que supuestamente se debería tratar.
Como decía un alumno aventajado o interesado en el despiste en un examen “los griegos no sé pero los romanos….”







miércoles, 18 de noviembre de 2015

PRESENTE AUSENTE


Es habitual que ante los largos debates que se producen en un Parlamento, sus señorías salgan, momentáneamente, a tomar un café, al lavabo, a atender una llamada… evidentemente, siempre intentando que no sea en momentos cruciales de la sesión.
Resulta propicio llamar la atención cuando, en una muestra de falta de respeto, descortesía, abandono… se ven filas de escaños vacíos.
Sin embargo, por mucho que ello pudiera reportar el inicio de una crítica, seguramente muy merecida, me parece mucho más grave que la ausencia, lo que podríamos denominar la “presencia ausente”.
Es decir, se trata de ver a sus señorías subir a la tribuna, encender sus discursos, esforzarse con sus argumentos  y llegado el momento citar a alguien. Y encima verlo. Y encima percatarte que ha perdido, repentinamente la audición. O todos los sentidos.
No sólo no te escucha, sino que te ignora. Incluso he visto casos en los que el interperlado ¡te da la espalda!, o se pone a hablar con otros compañeros. De nada vale insistir. Por lo visto es una cuestión de ¿estrategia?
Por mucho que su objetivo, más que la indiferencia sea el ponerte nervioso, entiendo que es una deslealtad profunda a las instituciones y a la ciudadanía que abona tus emolumentos. Girar la cabeza, estar a tu aire, mostrarte engreído…. lo que denota es el bajo nivel intelectual de algunas de sus señorías.
Una política de gestos basada en el vacío de argumentos para contrarrestar, fundamentada en la grosería de las formas para esconder un cerebro deshabitado, muestra que la larga fila de aspirantes a ocupar sus puestos está esperando demasiado.
Cuando se apela a una oposición que trabaje, cuando se apela a la dureza de la espera, cuando se anhela el calor del Gobierno, se debería responder con la acción responsable de una mirada serena, un intercambio de pareceres educado (constructivo sería demasiado pedir) y sobre todo una pérdida de complejos que se asocia al perenne perdedor. Pero, parece ser, que todavía no estamos preparados.