domingo, 29 de enero de 2023

IMPERTINENTE

El calificativo con el que comenzamos la columna también puede aplicarse a aquellos que son inoportunos. Es decir, a los que lanzan sus soflamas cuando menos te lo esperas. O cuando no te gustaría que se dijeran. O con formas que pueden considerarse inadecuadas ( sin entrar a detallar qué es lo correcto, según cual se la situación. Esto es lo que nos pasa con la derecha política, que con tal de que no se hagan las cosas o no se lleven a cabo como ellos quisieran, son capaces de argumentar o posicionarse con una imaginación desbocada, ajena a criterios racionales. Así, por ejemplo, consideran la esencia de lo español, de la bandera, del territorio, única y exclusivamente a aquello y a aquellos que reúnan los requisitos ( esos y ni uno más, ni uno menos) que ellos definieron en el albur de los tiempos. Ahora, además, quieren ganar la denominada batalla cultural. Tratan de extender ideologías reaccionarias. Es decir, que no avancen, que reaccionen al devenir de los tiempos. Desde su postura ante el enfoque de género en las políticas públicas, hasta la supuesta regeneración de una España en blanco y negro. Ya en los años 80 del pasado siglo, nuestro país se llenó de color gracias a la modernización y a la puesta al día con nuestro entorno europeo. En cualquiera de los aspectos que queramos analizar. Sin embargo, la alternativa, impertinente, inoportuna, como precisaba al comienzo de este artículo, estriba en la negación. Que hay proyectos ilusionantes en Extremadura: me opongo. Que cada vez contamos con menos desempleados ( lo comparemos como queramos): se buscan resquicios para poner pegas. Que suben las pensiones, que se abona el precio de los comedores escolares o del transporte: “ eso serán medidas coyunturales” parecen decir ( cuando no te suelta alguno que no se lo creen…). En definitiva, igual cuando escucho a alguien comentar que no se ha hecho nada ( me da lo mismo del partido al que se refiera) me parece una exageración desproporcionada, injusta y falsa, del mismo modo me sorprendo con aquellos cuya única y exclusiva interpelación es evitar explicar sus motivos ( salvo cuando se empeñan en matizar que lo que quieren es “echarnos”).

domingo, 22 de enero de 2023

CRÍTICAS

Decía el marchador de la selección española de atletismo, Diego García Carrera, tras una competición en un campeonato mundial de la especialidad, algo así como “ si nos critican es porque les importamos”. Llevándolo al terreno de la función pública, podemos compartir estas palabras del deportista español. Así es, resulta que la frase tan manida aquella de que “ hablen de nosotros, aunque sea mal” tiene su traslación en este comentario. A veces, los responsables políticos se asustan, se sorprenden, se ponen nerviosos, cuando escuchan por las calles, leen o ven en las redes sociales apreciaciones que no son de su gusto. Esto, evidentemente, tiene que servirlos para espolearlos, para estimularlos, para tratar de rectificar si el rumbo no es el adecuado. También para poder revertir las apreciaciones que se le hagan, pues no tienen porque ser correctas. O no tienen porque ser compartidas. O bien, podemos tener diferentes opiniones sobre un mismo aspecto. Todas respetables ( o, casi todas). Cierto es, que el uso excesivo del seguimiento de un líder, sea del tamaño que sea, provoca reacciones poco naturales. En ocasiones rozando la obsesión por el demandante. Pero también es obvio que el silencio, el hecho de no contar para nadie, el que no se reconozca tu trabajo desde la indiferencia, es, a mi juicio, un elemento mucho más pernicioso para desarrollar de la forma más conveniente tu trabajo. Por esa razón la sociedades democráticas, donde prima la pluralidad, debe fomentar la diversidad de planteamientos y asumir, desde la tolerancia, que haya personas que no entiendan lo que estás realizando. O simplemente que les parezca insuficiente. Esa es la riqueza de nuestro sistema. Poder debatir sobre todo aquello que nos diferencia y poder, en la medida de lo posible, buscar puntos de encuentro donde, utilizando una expresión coloquial, se limen las asperezas. El tono agrio, la confrontación desabrida, la deslegitimación sólo por el hecho de pensar que eres el contrario, llevan a un diálogo de grillos, donde prima el que más alto eleva la voz. Precisamente es lo que vemos, de vez en cuando, en alguna tertulia.

domingo, 15 de enero de 2023

RÉMORA

Iniciamos un año muy completo de citas electorales y los medios de comunicación, así como las redes sociales, se hacen eco, no sólo de las posibles perspectivas de cada partido ( a modo de sondeos y encuestas) y las supuestas alianzas, sino también fomentando el anecdotario en torno a los candidatos de cada una de estas convocatorias. Observando perfiles, nos percatamos que sigue en auge una tendencia, quizás más comentada en la calle que en el interior de las formaciones políticas, sobre la formación de aquellos que se postulan a ocupar un cargo público. Hay que partir de la la base de que el concepto de formación tiene muchas aristas para definirlo. ¿Qué significa? ¿ tener un título académico? ¿ haber realizado muchas actividades relacionadas con el puesto que va a ocupar? ¿ mostrar una pericia especial a la hora de resolver problemas que puedan afectar a la ciudadanía? Si desentrañamos todas o algunas de estas incógnitas podemos llegar a la conclusión de que la formación, lo que coloquialmente conocemos como el curriículum, no debe ser una rémora, una losa, un lastre, es decir un inconveniente. No se trata de defender sólo el elitismo dentro de la función pública, pero entiendo mucho menos lo contrario: primar la indigencia intelectual. De esta manera y dejando atrás esas frases hechas tan manidas como aquella del “ gobierno de los mejores”, queda claro que a cualquiera de los niveles, siempre será preferible contar con los más aptos para que te ayuden a completar el equipo más óptimo del que rodearte. Y eso, insisto, no tiene nada que ver, con tener colgado en la pared un título que acredite tu excelencia, sino más bien, con ser conscientes de que el hecho generalizado del esfuerzo realizado por muchas personas a lo largo de toda una vida podría valer como aval para desempeñar determinadas funciones. No todos podemos ser mecánicos, fontaneros, veterinarios, médicos o profesores. Se necesita, a mi juicio, haber adquirido una serie de destrezas que, entre otros muchos factores, los proporciona la formación. Y esto que acabamos de nombrar vale en nuestro caso también para los cargos de representación. Se contribuye a mejorar la dignificación de la política si tenemos en cuenta estos elementos.

domingo, 8 de enero de 2023

EQUIDISTANCIAS

A vueltas con el análisis de la Historia y sirviéndonos como introducción para hablar de algunas otras cosas, podemos recurrir a lo que denominó Javier Cercas “ el timo de la tercera España”. El escritor de Ibahernando nos recordaba entonces que, cuando alguien nos quiere poner como ejemplo las atrocidades que se cometieron en ambos bandos de la guerra civil española, trata de poner al mismo nivel a ambos bloques contendientes. Y no son lo mismo. La República en 1936 era una democracia, imperfecta, pero democracia. Por eso, ahora que pretendemos creer que vivimos bajo un estado del bienestar y convivencia consolidado, tenemos que hacer ver que, bajo el pretexto y amparo de la libertad de expresión, no puede valer todo. No se comportan de la misma manera los que, en defensa de sus ideales, hacen su trabajo. Colaboran por extender sus propuestas. Por, como diría Unamuno ( pero a la inversa), convencer para vencer. De esta forma ponemos, en el debate político, al mismo nivel a los que insultan, a los que atentan contra los valores democráticos, a los que amenazan… al lado de los que, pasando mucho más inadvertidos para los medios de comunicación y/o para las redes sociales o ciudadanía en general, intentan llevar a cabo sus programas de Gobierno. Y lo malo, dentro de lo que cabe, no es el ambiente generado, el contexto que dirían algunos. Lo peor es cuando dentro de esta presunta equidistancia, los que actúan con feroz agresividad se sitúan en ámbitos con decisión de poder. Entonces sí que llega el llanto y el crujir de dientes. Es el momento en el que nos vemos involucrados con la puesta en marcha de la destrucción de todo un sistema de libertades que se había venido construyendo en las últimas décadas. Y no es ciencia ficción. Está pasando gracias a que han conseguido que cale entre los posibles votantes la sensación de malestar general. Se ha equivocado el concepto de autoridad confundiéndole con el de totalitarismo. Son, parecen decirnos, mis principios inamovibles los únicos con suficiente valor para llevarse a cabo. La sociedad, en ese sentido, involuciona en lugar de ser un ente cambiante que se actualiza de acuerdo con el ritmo vital de sus miembros. Por eso, la equidistancia, como comentábamos al comienzo del artículo, es un timo. Hay que tomar partido.