miércoles, 27 de abril de 2011

LAS TRES GENERACIONES

Aludía hace unos días un articulista en un medio de comunicación extremeño a la hiperpolitización de una determinada generación de españoles, para contrarrestarla con la escasa sensibilización de los jóvenes actuales ante los mismos temas. Es evidente que hubo una primera generación de chicas y chicos que durante la década de los años 70, estuvieron impregnados de un sentimiento global de lucha, de salir a la calle a reinvindicar libertad, de movimientos masivos en la Universidad y en las fábricas, incluso, como hemos investigado, en el ámbito rural o en determinados sectores más progresistas de la Iglesia. Era un colectivo muy amplio cuyas prioridades en sus costumbres estaban plenas de conciencia política. Era, por tanto una necesidad en medio del páramo de la Dictadura.
Llegada la Democracia nos encontramos con una segunda generación, los nacidos en la década de los 60, principios de los 70 que asisten a acontecimientos relevantes siendo apenas unos críos. La primera adolescencia les cae con la muerte de Franco y la proliferación de Partidos ( la conocida como "sopa de letras") les pilla en el Instituto. Oyen frecuentes rumores, pero son sus hermanos mayores los más implicados en cuestiones políticas. A ellos les toca formarse, pues la lucha principal, la desaparición de la Dictadura ya ha pasado y los protagonistas del cambio tienen algunos años más de madurez que ellos. Son los años 80/90, gobierna Felipe González y se producen transformaciones espectaculares en los hábitos sociales. Asisten a algunas manifestaciones en sus primeros años de la Facultad, inician algunos contactos con los más comprometidos, pero poco a poco, la efervescencia anterior por el denodado apasionamiento político va dejando paso a que solamente aquellos que han conseguido asentarse en los círculos o entornos de los distintos poderes sigan siendo activos.
Entramos en el siglo XXI con una nueva generación de jóvenes que fruto de su tiempo tienen unas actitudes y unos comportamientos hacia lo que se denominaba en el sentido clásico "la política" sustancialmente diferente de sus antecesores. Ahora sus preocupaciones son otras. Sus prioridades siguen estando en el ámbito temático de lo público ( no hay más que ver la implicación en las ONGs, en las asociaciones deportivas, culturales, musicales, medioambientales...), pero tienen un enorme desapego a las organizaciones partidistas, posiblemente fomentado por el influjo de los medios de comunicación, de las redes sociales y, por supuesto, de las malas prácticas que observan a su alrededor. Ven cotos vedados para ellos ( algo similar les pasaba a la anterior generación) y sin embargo son constantemente señalados como el futuro o como determinantes en cualquier comicio ( prueba de ello es que en Extremddura tendremos cerca de 25.000 nuevos votantes que podrían ser decisivos a la hora de elegir gobierno). Quizás necesitarían formarse más en el conocimiento de la idiosincracia del entramado político ( muchos no conocen ni el nombre de sus representantes). Quizás necesitaríamos normalizar su acceso a la política que ya no es lo que era para nuestros mayores. Quizás no convenga generalizar pero es cierto que a veces se convierte en noticia que un grupo de jóvenes salga a la calle a protestar por la falta de trabajo, ¿ y qué se espera que hagan?

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