Esta semana en la Asamblea hemos aprobado
una Propuesta de Pronunciamiento para reconocer la honorabilidad de los
principios que inspiraron a los masones. Ha salido adelante con el voto a favor
del PSOE y de Podemos. En contra ha votado la derecha ( es decir, el PP).
Alguien comentó, no sabría precisar, si con ironía o con ignorancia, que era un
tema que preocupaba mucho a los extremeños. Quizás, en el impulso verbal o
escrito que hace que, a veces, se trasladen opiniones más rápidas que las que
el cerebro puede procesar, no se haya parado a reflexionar que gracias a los
valores que defendieron los masones, se han producido buena parte de las
conquistas sociales de las que hoy disfrutamos o, al menos, podemos libremente
reivindicar.
Conceptos como democracia, consenso,
entendimiento, diálogo, libertad, tolerancia, respeto… son la base de la lucha
que mantuvieron los masones a lo largo de la Historia en su búsqueda del
progreso universal.
Por todas estas razones fueron
perseguidos, reprimidos, en España obligados a un cruel exilio al finalizar la
guerra civil y ahora, lo que se perseguía, era únicamente poner en conocimiento
de la opinión pública la gran injusticia que padecieron, al igual que la que se
realizó con miles de nuestros compatriotas, por el simple hecho de apostar por
la Democracia en lugar de por la Dictadura.
A ello se le une el intento de
desmitificar tópicos y mitos en torno a la figura de lo que significó ser
masón. Es posible que en los próximos meses con la entrada en el debate
parlamentario de la futura Ley de Memoria Histórica de Extremadura podamos
avanzar en la consecución de estos objetivos.
Así podrán repararse todos aquellos
agravios que han permanecido en el silencio. Así podrán revitalizarse los
procesos de exhumación de los restos, todavía, esparcidos en las cunetas de
caminos y carreteras de nuestra región. Así, en definitiva, podrá investigarse,
difundirse, dar luz, a las partes más oscuras de nuestra, aún, muy desconocida
intrahistoria reciente.
Todo ello no es incompatible con la
persecución de soluciones a los grandes problemas cotidianos. Eso sí, debemos
reconocer que, gracias a la permanente inquietud de nuestros predecesores, hoy
podemos estar peleando libremente por aportar lo que cada uno puede, sin más
imposiciones que la fuerza de los votos y sin más ruidos que las voces de la
ciudadanía.
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