En el pasado Debate sobre el Estado de la
Región una de las palabras más escuchadas, en boca del Presidente de la Junta
de Extremadura, ha sido “estabilidad”.
En efecto, se trata de un concepto que en
tiempos de mudanzas, de enfrentamientos, de animosidad constante…, genera
atracción desde el polo que podríamos denominar positivo de las personas.
El crecimiento, la paz social, van unidos
al deseo constante de no retroceder. De mirar atrás para reconocernos. De
confiar en las enseñanzas de la Historia de Extremadura sin necesidad de
ruptura. No seremos nacionalistas, pero amamos nuestra tierra, nuestras gentes,
nuestras raíces, lo que hemos conseguidos tras siglos de luchas y lo que no
queremos que se vuelva a repetir.
Ahora estamos en el momento de repensar.
Sí, otro concepto muy manido, pero muy útil, para definir que, en ocasiones, es
necesario reflexionar, para coger impulso y planificar qué queremos que sean
nuestros nuevos modelos de desarrollo.
En ese sentido, muy ilustrativo fueron
las aportaciones realizadas en torno a la llamada a una participación
colectiva, activa e inteligente. A una huida de los hiperliderazgos,
sustituidas por la colaboración y el máximo consenso. A la formación de
equipos. Al rescate de la imagen de la Universidad de Extremadura. Una
institución que debe ser una máquina generadora de ideas y de cualificación de
nuestros mejores elementos productivos, de riqueza y bienestar. La tenemos,
entre todos, que reforzar. Repensemos.
Y todo ello se debe necesariamente moldear
desde la Asamblea, con un ambicioso paquete legislativo que tomará forma en los
próximos meses. Gracias, entre otras muchas más cosas, al empeño de la sociedad
civil que ha contribuido en los últimos meses a aportar sus inquietudes, sus
conocimientos, sus propuestas, a los
borradores de cada uno de los proyectos.
Sin embargo, nos cuesta tener paciencia.
No somos capaces de ser conscientes de que nadie nos ha regalado nada. Que si
avanzamos tiene mucho más mérito aquí que en otros sitios que parten de situaciones
enormemente más privilegiadas.
Así pues, sigamos, con el ruido que haga
falta, pero sin distraernos ni perder energías en batallas fraternales. Tenemos
ante nosotros grandes retos. Seguimos dando pasos. Empujemos.
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