miércoles, 1 de junio de 2011

LA DERECHA DESCENTRADA

Comprendo la euforia, merecida, de la derecha, tras su triunfo aplastante en las recientes elecciones de numerosas localidades de Extremadura y su histórica, si bien ajustada, ventaja en las autonómicas. Ahora bien, no me gustan algunas actitudes de militantes, simpatizantes, votantes e incluso responsables de esta renacida hueste conservadora.
Comenzando por el lenguaje, he observado en primera persona algunos gestos impropios de gente que se considera educada, formada y que han pretendido disfrazarse de tolerantes. Hace unos días un grupo de individuos se vanagloriaba del hundimiento del PSOE y literalmente ladraban en voz alta demandando su "expulsión de España" y mandando a los socialistas a "tomar por...( donde ustedes se pueden imaginar)". Quiero suponer que ante estas peroratas, ni Monago, ni la propia nueva alcaldesa de la ciudad de Cáceres sentirán orgullo por sus conmilitones. Ah, que es un toque de rebeldía, dirán. Han pasado mucho tiempo queriendo desterrar la imagen de "señoritos" o de " herederos del Antiguo Régimen" para camuflarse bajo la capa de la moderación que a las primeras de cambio ( salvo desautorización manifista) queda en entredicho.
En tan sólo unos días nos muestran su pelaje excluyente y/o prepotente, hablando de " ocupar el Poder", de irreconocimientos institucionales si no les conviene, de política de pactos, necesidad de acuerdos, consensos... sólo cuando les afecta a ellos.
Hasta la fecha les ha venido estupendamente la estrategia diseñada desde Madrid: la inacción, "cuanto peor vayan las cosas, mejor para el PP". Cierto es que en determinados ámbitos ha llegado su momento. Esperemos que no escuden su incapacidad en la permanente matraca de que " la culpa es de cómo nos lo han dejado".
Efectivamente, Extremadura ha hablado y ha elegido 65 diputados. Ahora, entre ellos les toca la responsabilidad de elegir por mayoría quienes entiende que deben dirigir el Gobierno de la Comunidad. Que presenten sus propuestas y se voten, tal como acuerdan las normas. El resto es hablar por hablar.

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