sábado, 19 de junio de 2010

MUJER, HISTORIA Y ESCUELA

MUJER, HISTORIA Y ESCUELA
Recientemente se ha presentado en el Ateneo de Cáceres el libro: “La mujer extremeña en la postguerra” fruto de un amplio proyecto de investigación de la Fundación CIVES y editado por el Instituto de la Mujer de Extremadura. En dicho acto, el Presidente de la Asociación Regional Para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura nos lanzó un reto a los componentes de la Mesa: vincular este tipo de “historias” a la escuela.
Es decir la Historia oficial es la de los grandes nombres, predominantemente masculinos. Habitualmente la de los vencedores. En ocasiones la de los protagonistas de gestas, cambios trascendentes o medidas impactantes. Sin embargo, nadie cuenta a nuestros alumnos la experiencia, como es el caso que nos ocupa, de miles de mujeres que tuvieron que sufrir tras la guerra civil española, unas directamente una brutal represesión física ( que incluso terminó con la vida de muchas de ellas) y otras una permanente estigmatización. Otro tipo de brutalidad casi tan dura como la anterior. Fueron señaladas, marginadas, expulsadas de sus trabajos, de sus pueblos, de sus amistades, a veces hasta de sus familias… y encima tuvieron que sacar adelante a toda la prole siendo las cabezas de familia y dejando de lado las numerosas conquistas alcanzadas en épocas anteriores en todos los órdenes de sus vida: político, económico, social, cultural….
Escuchamos en primera voz testimonios de hijos y nietos que nos narraban lo que sus madres y abuelas les habían silenciado durante la larga Dictadura. Nos contaban aquello que los Historiadores jamás encontraremos en los Archivos. Singladuras que no se verán reflejadas en los libros de texto, pero que sin embargo, nos guste o nó, forman parte importante de nuestra Historia reciente.
Por esta razón quizás sea significativo que alguien se preocupe de introducir elementos de estas características en el curriculum. Que nadie se sorprenda cuando se organicen actividades que traten de recrear situaciones lamentables pero vividas. Que nadie piense en que se vuelve a reabrir heridas o a profundizar en fracturas. Creo que es un sano ejercicio de higiene democrática el conocer todos los aspectos de los que nos precedieron. Ocultar o perder el pasado, decía uno de los ponentes, es empobrecerlo.
Y en situaciones como las descritas estamos en el límite de quedarnos sin él, dado que no ha habido un regular registro de estos acontecimientos. Ya empiezan a proliferar grabaciones, aparecen algunas monografías…. Pero incluso las segundas y terceras generaciones cada vez tienen menos datos frescos en su memoria o incluso, los de avanzada edad todavía mantienen serios recelos a transmitirlos. Así, hasta que desaparezcan. Y no debemos permitirlo.
Publicado en Escuela, junio de 2010

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