En cualquier momento de nuestra vida
hemos escuchado la expresión “ hacer cambios”. Desde el lema político “por el
cambio” hasta las motivaciones profesionales, personales, económicas,
culturales o sociales.
Siempre he sido partidario de luchar por
el cambio a mejor. Sin embargo, no es menos cierto, que para hacer efectivas
las modificaciones hay que tener fuerzas.
No es válido sólo el deseo. Tienes que
sentirte arropado, legitimado por un caudal de energía que te lleve con mucha
más facilidad hacia el objetivo marcado.
No seríamos nada si nuestras vidas fueran
una sucesión de rutinas. En el deporte se suele hablar de salir de la zona de
confort para progresar. En el terreno académico, de la cultura del esfuerzo
para superar las expectativas.
En política, no se trata de transgredir,
sino de avanzar. Cierto es, que lo que funciona mejor no tocarlo, pero también
lo es, que lo que funciona no puede quedar inamovible. También precisa
estímulos.
De esta manera lo fácil sería quedarse
quieto. No complicarse la vida. Mantener los convencionalismos.
Pero lo apasionante, lo que motiva, lo
que hace que la sangre fluya con fuerza es buscar metas nuevas, incluso
transitando caminos inexplorados hasta el momento.
Con la preparación y el equipo adecuado
no debe fallar nada. Tenemos la confianza de todos los que nos han rodeado y
apoyado.
Ahora que hemos rellenado el depósito de
las energías, que hemos consultado a los que tienen que suministrarnos sus
consejos y a la vez formar parte de nuestros proyectos, es el momento de volver
a echar a andar.
Como si fuera la primera vez. Ahora bien,
con la experiencia que da el haber sido referentes en más de una ocasión.
Fieles a nuestros principios. Acompañados
de nuestra Historia. Orgullosos de nuestras esencias.
Tenemos fuerzas. Tenemos ganas. Cambiemos
para mejorar.
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