Hace unos días se
celebró en Yuste un debate sobre Europa. Ahora, que precisamente, tenemos la oportunidad de sumar a las urnas
municipales y autonómicas, nuestra opinión sobre qué queremos que se defienda
en un proyecto que se inició hace varias décadas y que tantísimos beneficios ha
traído a Comunidades como Extremadura.
Pero lo más
importante, a mi juicio, son los valores. Conceptos como la inmigración, que
tenemos que relacionarla con el envejecimiento de la población y con el sostenimiento de la actividad
económica y el mantenimiento de las pensiones. Esto que parece que puede ser
una garantía, desde el punto de vista económico, no nos puede hacer olvidar que
es mucho más importante reconocer que no se puede permitir la vulneración de
los Derechos Humanos o poner obstáculos al exilio de la gente y el derecho al
asilo.
Otro asunto
preocupante son los populismos. Su auge vinculado, en muchas ocasiones, a las
políticas de austeridad y recortes o al hecho del pacto de varios gobiernos
conservadores con ellos. Incluso para los que dudan y se muestran escépticos,
¿qué les vamos a decir en los entornos rurales, si por ejemplo, desaparece la
PAC?
A ello sumamos conceptos
que sobrepasan la mentalidad matemática de algunos dirigentes: la urgencia de
los cambios climáticos, medioambientales o la agroecología.
Las políticas comunes
de inclusión o discapacidad. La discriminación social o la xenofobia. No
podemos criticar, solamente, a los que ejecutan políticas en este sentido, sino
tampoco tolerar a quienes consienten que esto suceda.
Además, hay temas que
creíamos meramente locales y que deberían afrontarse en el marco supranacional:
la lucha contra la brecha salarial o la negociación colectiva en el mundo
laboral.
Por último, no
podemos dejar de lado la relación de Europa y la globalización en el siglo XXI:
la cooperación al desarrollo, la persecución de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible, la relación con Iberoamérica o la lucha contra el terrorismo.
En definitiva una
Europa muy cercana, muy próxima a los intereses individuales y colectivos de
las personas. Nos afecta muchísimo más de lo que pensamos el mantenimiento de
unos valores compartidos que nos harán, felizmente más humanos, solidarios e
iguales.
Traspasando
fronteras.
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