Nos habíamos quedado la semana pasada en
la década de 1960. Se empieza a mirar a
otros países como Italia, donde el partido socialista y los
demócratacristianos se habían aliado en el Gobierno, con un partido comunista
muy fuerte.
Son los años en los que conviven
inmovilistas, continuistas, aperturistas, desarrollistas, liberalizadores,
reformistas y evolucionistas.
Con el comienzo de la década de los 70 se
forman dos grandes grupos de oposición: la Junta, entorno al PCE y la
Plataforma, entorno al PSOE y son cada vez más contundentes los mensajes de
Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía.
Todo ello, fundamentalmente tras la muerte del Dictador, aderezado con
un aluvión de huelgas y manifestaciones. Finalmente, se forma Coordinación
Democrática, más conocida como la Platajunta, y se empieza a hablar de ruptura
pactada o guiada. Surge entonces la Ley para la Reforma Política.
El 9 de abril de 1977, en medio de una gran polémica, se legaliza el
PCE, su aceptación supuso para muchos, conseguir la denominada Transición
militar. Tampoco olvidemos que fueron años muy duros de terrorismo ( tanto de
ETA, como de otros grupos de extrema derecha o el GRAPO).
Un problema más era el territorial,
algunos recordaban las teorías del socialista en el exilio, Anselmo Carretero
Jiménez, que ya en 1962 hablaba de que España era una nación de naciones.
La triada Suárez, Areilza, Fraga, se
saldó con el triunfo del primero que llevó a través de la Presidencia del
Gobierno a cabo su objetivo de una reforma sin ruptura y del desencanto. Con el
transcurso de los meses, se llegó al pasotismo, hasta que, con el intento de
golpe de Estado del 23 de febrero de
1981, se produce el final del desencanto, culminado con la victoria en octubre
de 1982 del PSOE.
En 1996 el triunfo del PP les sirvió a
los nacionalistas catalanes para exigir más. No se conformaban con el Estado de
las Autonomías. Jordi Pujol, tras el Pacto del Majestic, habla de la segunda
Transición que sería el federalismo plurinacional. La Tercera Transición
llevaría a la independencia de las naciones.
Otra cuestión muy destacada fue la
política de la Memoria. En el año 2000 el PP no condena el golpe de Estado de
1936 y a partir de entonces se producen numerosas propuestas en este sentido,
en el Congreso de los Diputados, hasta que en el año 2002 se suma ( aludiendo al espíritu de la
Transición y hablando de concordia y reconciliación).
Será Zapatero en el 2007, cuando con la
promulgación de la conocida Ley de Memoria Histórica, consiga un hito muy importante
dando el pistoletazo de salida del reconocimiento a las víctimas de la guerra
civil. No se dio, sin embargo, el paso de convertir las exhumaciones de fosas
en una política de Estado, sustituyéndola por la concesión de subvenciones a
familiares y Asociaciones. Tampoco una difícil reivindicación, como era la
nulidad de las sentencias del franquismo. Sólo se logra declarar ilegítimos los
tribunales y las sentencias. No se quería convertir la amnistía en amnesia.
El fin de la Transición se podría
considerar con la llegada de la fiebre de la reforma de los Estatutos de
Autonomía, con la aparición del movimiento que se articuló alrededor del 15-M
de 2011 y con la irrupción de nuevas fuerzas políticas como Podemos que, a
través de los platós de Televisión, trataron de simplificar lo complejo, con un
reparto de papeles, entre un teórico como Errejón y un líder como Pablo
Iglesias.
Los recientes acontecimientos de Cataluña
demuestran lo complicado que es conjugar la España plural, con su diversidad de
pueblos, la unidad plural, que buscan
algunos sectores no separatistas y el ferviente nacionalismo.
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