PERCEPCIONES
A fuerza de que me llamen inmaduro o infantil he de mostrar mi
satisfacción por los resultados obtenidos por el PSOE en Extremadura
en las elecciones europeas del pasado domingo. Creo que buena parte
de la ciudadanía sí ha establecido una conexión con la realidad
regional. Quizás sea algo más que el efecto simbólico de volver a
ganar. Quizás sólo sea la alegría de comprobar cómo el lunes
cuando ibas a comprar el pan la gente te paraba para felicitarte, o
los vecinos en el ascensor comentaban la excelencia con agrado del
buen trabajo realizado por los socialistas.
Y es cierto, en buena parte de la campaña hemos tratado de trasladar
el mensaje a nuestros posibles votantes de que existen dos modelos:
el de la izquierda y el de la derecha. Y se han manifestado
mayoritariamente por la opción que hace menos de 15 días presentó
en la Asamblea de Extremadura una propuesta de cambio con nombres y
apellidos: 61 acciones para ejecutar en 11 meses, calendarizadas y
presupuestadas. Entonces, algunos representantes de la Cámara se
replegaron amparados en la mayoría obtenida en mayo de 2011. Pero
evidentemente la realidad, a día de hoy es distinta. Y la primera
prueba del cambio la vivimos el domingo. Eran nuestras primarias.
En una nueva coyuntura, elecciones municipales y autonómicas, donde
la cercanía ocasionará, sin duda, un mayor caudal de participación,
el efecto moral que ha supuesto la victoria de la izquierda en
Extremadura va a aumentar, sin duda, el margen del triunfo
socialista.
Han sido muchas poblaciones, incluso gobernadas actualmente por la
derecha, donde los ciudadanos se han percatado de que sería un error
validar con su voto las políticas de recortes, retroceso de
libertades y atraso con el que nos condenan los conservadores.
El compromiso con las personas, las apuestas decididas por demostrar
que hay otras formas de hacer las cosas, la constatación de que el
estar con el que lo está pasando mal tanto en la calle como en las
instituciones es posible, ha sido un acicate para atraer a ese
electorado que desconfiaba de quienes habíamos detentado
anteriormente la responsabilidad de gobernar y tras rectificar
errores estamos dispuestos a liderar un nuevo tiempo.
No es menos cierto que pasado el duelo de los tres años de la
redicha herencia y asumiendo que no nos podemos permitir que nuestros
jóvenes vivan peor que sus padres y abuelos, se ha entendido el
mensaje: hay que moverse. La alegría en las calles debe volver.
Queda claro que si en nuestra Comunidad los votantes hubieran
entendido que el Gobierno regional marcha por buen camino habrían
acompañado a la derecha a las urnas. Y no lo han hecho. Sí, sin
reparos, sin complejos, sin dobles interpretaciones ni ambigüedades:
Extremadura es de izquierdas y merece un Gobierno que represente ese
sentimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario