lunes, 9 de junio de 2014

LENGUAJES

LENGUAJES

Hace tiempo leía una expresión o comentario de Ignacio Ramonet que venía a  decir algo así como que si se quita una escuela pública, un hospital o se rebajan las pensiones, se roba a los pobres que no pueden permitirse ir a uno privado. Dicho así de grueso se lo ponemos fácil a aquellos reaccionarios que ante la defensa del estado del bienestar sacan siempre a relucir el tópico de la demagogia.
Pero a mí me gusta más explicarlo con la realidad. En la pasada campaña electoral he viajado por muchos pueblos extremeños y en eso que algunos llaman la “ vieja política” y yo prefiero decir que disfruto mirando a la gente a la cara, escuchando, soportando sus quejas y agravios, diciéndonos por qué  nos hemos equivocado, pidiéndonos ayuda en no pocos casos.... decía que visitando localidades, algunas pequeñas y otras no tanto, pude comprobar in situ lo que se ha avanzado en la universalización de derechos y lo que se está retrocediendo con, y esto no es un eufemismo, la brutal política de recortes.
Se puede observar centros escolares, fruto de la bajada de nuestra demografía, con escasos niños, apiñados en un par de habitaciones y con el clamor de los padres ante la temida desaparición. Sí, cuando la administración no los considere rentables y los meta en el mejor de los casos en un taxi para desplazar a pequeños de 5, 6 ó 7 años a varios kilómetros de sus casas.
Algo similar nos pasa con los Centros de Salud. Después de que conseguimos afianzar la población envejecida en sus domicilios, gracias a que se les da la posibilidad de concederles servicios similares a los que tendrían en una Residencia de Mayores de las ciudades, nos encontramos como a las primeras de cambio se cierran muchos de los Puntos de Atención Continuada (PAC). Pensarían que las protestas pasarían. Que la gente se acostumbraría a padecer las nuevas deficiencias y se adaptaría a estos penosos cambios. Sin embargo, he decir que no ha sido una sorpresa encontrarme esta reivindicación, muy intensa, en los actos donde he estado, incluidas movilizaciones al efecto para visibilizar que siguen estando presente en la agenda de los partidos políticos, protestando ante el Gobierno regional, reivindicando ante la oposición que les escucha.
Por último y no menos importante la bajada de la calidad de vida en aquellos sectores, que tras varias décadas de dejarse la piel en el tajo, ven como ahora tienen, nuevamente, que luchar para sobrevivir. Con el agravante de que encima las escasas y mermadas pensiones que reciben se tienen que distribuir, en no pocos casos, entre varios miembros de la familia. Hogares donde nadie tiene trabajo. Jóvenes con hijos a su cargo cuyos abuelos, con lágrimas en los ojos, vuelven a conocer lo que es el  hambre. Y la injusticia. Y el desprecio hacia el débil. Desde luego, otra política es posible.
Lenguajes ( El Periódico Extremadura - 07/06/201Lenguajes ( El Periódico Extremadura - 07/06/201

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