Este sábado 12 de abril, se cumplió el aniversario de las
elecciones municipales que abrieron paso a la proclamación de la II
República un par de días después. No es un tema baladí que lo
recordemos, ya que estamos asistiendo en los últimos tiempos a un
nuevo intento de tergiversar la Historia. Algo que sucede cuando se
presta más atención a algunos presuntos comunicadores que a los
historiadores. Quizás porque la relevancia de las noticias nos haya
hecho acostumbrarnos a que se asienten en el escándalo o que simple
y llanamente se desvíe la atención sobre las evidencias científicas
para intentar que prevalezcan las opiniones.
Digo todo esto, porque la II República, cuyo advenimiento fue el
resultado fundamentalmente del deterioro del sistema de gobierno
monárquico, muy alejado de la democracia y de un régimen
parlamentario que impulsaron los nuevos legisladores, tuvo un
antecedente brillante, nada sangriento (como estábamos acostumbrados
a los cambios en la España del siglo XIX) y festivo con la
celebración de unos comicios municipales, no exentos de vicios,
sobre todo en las zonas rurales donde predominaba el control caciquil
y clientelar.
Tras el veredicto de las urnas y en medio de una Jornada festiva se
proclama la II República que es ni más ni menos que un nuevo
sistema de gobierno, donde frente al privilegio del nacimiento se
imponía la igualdad en la oportunidad de optar a la Jefatura del
Estado. Sin embargo, lo más importante no fue eso, sino el adjetivo:
el carácter democrático y parlamentario que tuvo como consecuencia
la celebración de 3 elecciones generales.
En este punto quisiera detenerme brevemente para volver a insistir en
desmontar el tópico que identifica la República con radicalidad,
extremismo y violencia, dado que buena parte de su singladura estuvo
gobernada por las derechas. En el pleno uso y disfrute del sufragio.
Fueron las elecciones de 1933 que dieron el triunfo a los sectores
más moderados del espectro y que a juicio de muchos analistas
contribuyeron a desmontar la mayor parte de los avances conseguidos
en el bienio anterior. Algo parecido a lo que sucede en la actualidad
con el Partido Popular en el Gobierno. Tras años de lucha por la
consecución de derechos y libertades, se asistía y ahora se asiste,
a una contrarreforma cuya principal misión es que se olvide todo lo
que huela a progresismo. Incluso en Extremadura se ha querido
reinventar en los últimos años la Historia, cambiando logos,
nombres de instituciones, colores identificativos...
En 1933 tuvimos el denominado “bienio negro” donde la
contrarreforma agraria, la paralización de las obras públicas, el
retroceso en los avances en la educación, la vuelta atrás en la
separación de la Iglesia y el Estado propia de un Estado moderno, el
incremento del paro.... fueron las señas de identidad del Gobierno.
Música muy parecida a la actual. Las elecciones de febrero de 1936
supusieron la vuelta de la ilusión. Tristemente no cuajó porque el
contexto de la época lo echó abajo con un golpe de Estado
(afortunadamente algo alejado de la realidad de la España del siglo
XXI). Reivindiquemos una República innovadora, democrática,
parlamentaria... y donde la alternancia, la pluralidad y la
diversidad sean síntomas de normalidad.
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