domingo, 2 de marzo de 2025

RETRASAR ELRELOJ

El concepto reaccionario nos retrotrae a la imagen extremadamente conservadora. La de aquellos que no quieren que nada cambie. La de los que desconfían del progreso. A todo esto se le puede denominar también, la política de retrasar el reloj. Estamos viviendo múltiples ejemplos a nuestro alrededor, ya sean próximos como distantes, desde el punto de vista geográfico. Por un lado, están las oleadas de pensamiento ultra, representadas, en el caso que nos ocupa, por estas alianzas, que confunden a la población bajo el término “patriota”, pero que en realidad esconden bajo la pátina de la defensa del interés “ de los de aquí”, un peligroso escenario de odio hacia el diferente. Nada nuevo dentro de la extrema derecha. Envalentonados con el auge de dirigentes cuyo máximo lustre es la escenografía: desde la motosierra de Milei hasta los bailes o gestos ofensivos de Trump. Sin embargo, nos encontramos con otras realidades en las que la razón se impone hacia la visceralidad del momento. De momento parece que este auge va a quedar parado en Alemania, con un entendimiento entre las principales fuerzas de este gran país. Europa se siente amenazada, no por la emigración sino precisamente por las políticas que combaten la diversidad y que no comprenden que nuestra cultura se ha formado a partir de siglos de convivencia. Unas veces complicada y muchas otras muy enriquecedora. Somos la suma de muchos tipos de razas, religiones, formas de ver la vida...No podemos pretender echar la vista atrás y encasillarnos en los comienzos del Pleistoceno. De ahí la necesidad de no retrasar el reloj. En España llevamos décadas de intercambio en el poder de los dos grandes núcleos forjadores de tendencias que conducen, con sus más y sus menos, a la Democracia: los socialistas y los populares. Lo que convencionalmente entendemos como la izquierda y la derecha. Ha habido momentos de dificultad cuando, precisamente desde la derecha, se han asomado demasiado a su zona más peligrosa: la extrema derecha. Nostálgicos de otras formas de entender la política se ha asumido un entendimiento que ha hecho caer en saco roto ese cordón sanitario que se les tiene puesto en la mayor parte de las naciones de nuestro entorno. Y, precisamente por eso, se han echado encima numerosos ejemplos de retroceso en el bienestar general: con una disminución de las políticas públicas en un intento desmesurado de adelgazar el Estado. Al margen, por consiguiente, de ideologías, sería conveniente seguir el ejemplo de lo que ha venido funcionando tras la Transición: la profundización de los valores democráticos. Alejémonos de modas pasajeras, dejemos atrás el desconocimiento o la falta de formación. No retrasemos el reloj,

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