Tenemos que ser humildes ante cada
palabra que decimos sobre el Covid-19. Ya lo expresó desde un primer momento en
público, Manuel Valls, concejal de Barcelona y
que fue primer ministro de Francia. Es decir, un personaje, con una alta
y larga trayectoria política.
Sabemos todavía muy poco sobre su
comportamiento, evolución y me atrevería a manifestar, sobre su tratamiento. Se
especula y se expanden rumores no suficientemente contrastados.
Recuerden ustedes como al principio de la
pandemia se extendieron propuestas sobre sus causas, sobre los antídotos o
posibles medicamentos que eran más eficaces, sobre cómo se combatía con mayor o
menor seguridad e incluso hasta se habló de las temperaturas ambientales como
uno de los condicionantes.
Como comprobarán, muchas de estas
cuestiones están en entredicho. La única certeza, científicamente comprobada,
es que el uso generalizado de la mascarilla, el mantenimiento de la denominada
distancia social y el aislamiento o
confinamiento, en su caso, de los contagiados durante un tiempo limitado, son
los verdaderos elementos que nos están permitiendo avanzar.
De ahí, que no podamos comprender, ni
aceptar, sin elevar nuestras más profundas críticas, el incumplimiento
deliberado de las normas establecidas de muchos ciudadanos.
Playas atestadas, incluso burlando la
restricción establecida a través de barreras delimitadas. Discotecas y bares
con personas bailando o “disfrutando” de momentos de ocio completamente
pegados. Gente bebiendo, comiendo, celebrando fiestas multitudinarias en las
calles…
Y el problema es que encima algunos se
atreven todavía a criticar a las autoridades. Está suficientemente claro que la
responsabilidad en todos estos casos es individual. Parece que pronto nos hemos
olvidado del penar de nuestros hospitales. Parece que lo único efectivo, para
evitar estas conductas, sería hacer pasar algunas jornadas como medida de
reeducación, a todos aquellos que ponen en riesgo la salud de la totalidad de
la sociedad.
En definitiva, es cierto que tenemos que revitalizar la
economía, que intentaremos retomar nuestras cotidianas actividades, pero no lo
es menos, que sobre todo ello, debe primar la humildad y la prudencia. Por el
bien de todos.
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