CULTURA,
BIEN DE PRIMERA NECESIDAD
Evidentemente
en el frontispicio de todas nuestras preocupaciones durante las últimas
semanas, está la salud. Ella es la que condiciona el resto de actividades y la
que tiene la más absoluta de las prioridades.
Sin
embargo, esta aseveración no es óbice para que manifestemos que la Cultura, en
su más amplio sentido, es un bien de primera necesidad. No solamente desde el plano o punto de vista
espiritual, como alimento del alma, que también, sino como un necesario complemento
del renacer, que todos estamos deseando, de la actividad económica y del
empleo.
Vayamos
por partes. Es sabido por todos, que la literatura, el cine, la música ( es
decir los libros, las películas y series, los conciertos…) nos han permitido
sobrellevar mucho mejor el confinamiento. Al igual que cuando vamos a comprar
el pan a la tienda, echamos gasolina en una estación de servicio, compramos por
internet cualquier artículo por medio del comercio electrónico, pagamos el
coste de lo que consumimos, no nos paramos a pensar que la producción artística
de la que disfrutamos representa per se unos costes que, de momento, nadie
asume.
Y
un escritor, un cantante, un actor… también tiene necesidades vitales: come, se
viste, tiene una hipoteca…
Por
otra parte, solemos tener en mente una imagen no exactamente acertada de lo que
representa el entorno del mundo cultural. Se piensa en escritores de reconocido
prestigio, ganadores de grandes y muy bien remunerados certámenes literarios.
Se piensa en cantantes famosos, que venden millones de discos o que congregan a
multitudes en sus conciertos. O se piensa, en definitiva, en actores
consagrados, que participan en películas, series, obras de teatro, con un caché
de varios ceros por actuación.
Pero
la realidad es muy distinta. Detrás de este mundo nos encontramos con miles de
trabajadores. Muchos de ellos con contratos precarios. Muchos de ellos con activación
laboral enormemente intermitente. A ellos se le suman, un elevado número de
profesionales asociados o relacionados con los creadores: montadores de los
espectáculos, los trabajadores de edición, los informáticos, técnicos de
sonido, transportistas, los encargados de la imagen y el sonido, los
responsables de la publicidad…
Por
eso en estos momentos resultan imprescindibles la conjunción de las ayudas
institucionales con la colaboración de aquellos que disfrutamos de sus
servicios. Por eso, obviamente, la Cultura es un bien esencial.
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