Acaba de pasar el 23 de Febrero, y como parte de nuestro recuerdo, llega a
nuestra Memoria algo que pasó. Una reminiscencia que cada vez queda más
alejada, afortunadamente, de nuestras preocupaciones y más situada, donde debe
estar, en las páginas de la Historia.
Son momentos, junto a muchos otros, para
seguir permanentemente inquietos ante la indiferencia que algunos pretenden
ejercer sobre lo que cuesta asentar la Democracia: por ejemplo también se recordaba también hace
unos días el aniversario del asesinato por ETA de Fernando Buesa y de su
escolta.
En
ese sentido se aprobaba recientemente en la Asamblea de Extremadura una Ley
sobre las víctimas del terrorismo.
Si bien la Historia, escrita, vista o
narrada, según las nuevas tecnologías que hoy podemos utilizar, aporta como
fuentes un selecto repertorio con cada vez mayor abundancia de información, la
Memoria de los testigos, el testimonio de familiares, de amigos, incluso de los
verdugos, debe servirnos como experiencia que tenemos la obligación ética de
mantener.
Así pues, no por delicados los asuntos,
ni por perentorias las preocupaciones cotidianas, hay que perder en nuestro
horizonte vital la presencia de los acontecimientos que han marcado el devenir
de la construcción de una ciudadanía corresponsable.
Por eso, ahora que la agenda pública y
política la marcan aquellos temas que nos absorben por su inmediatez, no
quisiera que dejáramos de lado, estos otros que van y vienen, únicamente en
momentos puntuales.
Queremos pensar que todo aquello que no
nos afecta en el día a día puede ser importante emocionalmente pero no lo es
desde el punto de vista material. Nos equivocamos al caer en este tipo de
reflexiones, o al menos seríamos tremendamente injustos, si no somos capaces de
abstraernos y percatarnos que, si ya hemos dicho en muchas ocasiones, que “somos
lo que fuimos” ahora tendríamos que reiterarnos señalando que “ somos lo que
somos gracias a los que nos hicieron así”.
No tratemos de pretender que lo que ahora
protagonizamos es el centro del Universo. La Historia se construye de caminos.
Y es gratificante reconocer que forman parte de nosotros, desde Viriato hasta
el recientemente fallecido Fernando Morán.
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