martes, 12 de enero de 2016

REFUGIADOS


Hoy vamos a aprovechar un tópico de los que se vienen poniendo de moda cuando se quiere resaltar un tema. Se trata de dar el nombre de algo para celebrar en torno a ello una onomástica o constituir un elemento de recuerdo que perdure en el tiempo.
Así, al igual que existe un día para acordarnos de una enfermedad, del amor, del padre o de la madre, de la música, del maestro…. hemos escuchado hace poco que este año la palabra que más resonancia ha tenido ha sido “ refugiados”.
Para dar una explicación se ha insistido fundamentalmente en el numeroso recorrido lamentable al que hemos ido asistiendo durante los últimos 12 meses ( ¿ sólo en este periodo?). Desplazamientos multitudinarios fundamentalmente por motivos políticos. Huidas de una muerte segura que venían precedidas de los movimientos masivos en torno a un presunto mundo donde sus vidas se desarrollarían mejor.
Escenas escabrosas donde escaseaba la alegría y nos inundaba el horror y la tragedia. Niños utilizados para conmover conciencias. Despertares de sensibilidad a golpe de muertes lejanas.
De vez en cuando, recordamos los españoles, para aquellos que aún crean que no van con nosotros, que hubo una época reciente, donde nuestros abuelos tuvieron que hacer algo similar: desde exiliados por motivos ideológicos de una patria invadida por sus propios hermanos, hasta emigrados por motivos económicos ( causados, en su gran parte, aunque lo obviemos, por los autócratas que nos gobernaban).
Son los momentos en los que deberíamos exigir igualdad de trato. Recordar lo que fuimos y lo que somos. Recordar que por nuestras venas corre sangre de muchas culturas. Que somos el producto de la Historia, sí, pero de una Historia hecha a base de mezclas.
Por último, apelar a que el fenómeno de los refugiados políticos y económicos será en los próximos años menor si lo comparamos con el que se nos avecina: el de los refugiados climáticos. Pese a los que renegaban del cambio climático, la ciencia y a veces la ficción, nos está adelantando que en no muchos años asistiremos a una nueva oleada de invasiones: la gente del sur, cuya población por cierto crece a mucho más ritmo que la del norte, corriendo despavorida hacia el mundo que llamamos desarrollado. Único sitio que tardará un poco más en padecer las consecuencias de las alteraciones físicas de la tierra que, poco a poco la harán inhabitable.

En manos de los políticos está en ralentizar el proceso. Pero, eso, será otra historia.

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