PEGADOS
A LA CALLE
Si bien los Partidos
indican que continuamente están receptivos a lo que les dice la gente, a nadie
se le escapa que son precisamente los últimos meses antes de unos comicios
donde los expertos, los asesores, los responsables de áreas temáticas, se ponen
a trabajar con denuedo para confeccionar la oferta que configurarán los
programas electorales de cada uno.
Es cierto que se necesita
un elevado nivel de erudición, así como un arduo trabajo de despacho para
maquinar estrategias, medidas contundentes, eslóganes, cuestiones desarrolladas
y otras meramente esbozadas…
También que supuestamente
se han recibido propuestas de colectivos ciudadanos, Asociaciones,
Plataformas…. que puedan hacer más atractivo y cercano el catálogo de medidas a
presentar.
Pero no lo es menos que
el test definitivo está en la calle. Salir a pasear, comprobar medio de
incógnito lo que en realidad le preocupa a la gente. Escuchar las quejas en la
sala de espera de un Hospital, los chascarrillos sobre la actualidad política
de unos jubilados, la “amistosa” discusión entre una madre y su hija
adolescente, el desencuentro entre un adulto y su madre anciana por las
prioridades de la semana o en definitiva el debate en torno al café de las 11
que tiene mucho más jugo que la mayoría de las tertulias políticas de las
cadenas de televisión y radio.
Son, por consiguiente,
los indicadores de que es falsa e interesada la supuesta desafección por la
política en la sociedad española. Y no estoy
hablando de ninguna capa de edad, ni de ningún grupo. A los denostados
jóvenes, acusados de estar al margen, en términos generales, de las cuestiones
públicas, se les puede ver desvivirse apasionadamente por las cosas que
realmente les interesan: el trabajo, su futuro, su formación, su ocio… todas
ellas relacionadas con la política en su más estricto sentido.
Lo mismo sucede con las
mujeres, los mayores, los parados de más de 45 años, los de menos de 25, los
profesionales mal pagados, los desahuciados, los deportistas, los amantes de la
noche, los de la naturaleza, los escritores, los cinéfilos….
En fin, aprovechemos para
formular apuestas concretas y exijamos, ya lo he insistido en numerosas
ocasiones, que se cumplan. Nos lo van a pedir de una manera u otra: en las
urnas o en la calle.
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