La semana pasada los socialistas celebramos, con enorme
aceptación de los contenidos, la III Jornada de Historia del socialismo. En
esta ocasión nos reunimos en Valdesalor muchos compañeros, simpatizantes y
representantes de Asociaciones de Historia venidos de ambas provincias.
Quiero detenerme en cuestiones que, a veces, presionados por
la inmediatez, nos pasan desapercibidas. Guillermo Fernández Vara nos hizo
alusión al alma del socialismo. Quería trasladarnos el mensaje de que más allá
de nuestras diferencias internas, por otra parte históricas, nos une un
objetivo común. Algo que en muchas ocasiones de la actualidad se echa de menos.
Si Besteiro, del que glosó su figura, Prieto o Largo Caballero tenían grandes
disonancias en su manera de entender la puesta en marcha de un programa político, ahora, y no sólo en el PSOE, es
triste comprobar como priman los personalismos, las contradicciones, las
traiciones de la hemeroteca o los posicionamientos grupales, antes que la
sensación de que, dentro de lo que cabe, los militantes de los partidos somos
una inmensa minoría en relación con las inmensas capas de desolación que, por
desgracia, asolan a miles de ciudadanos atropellados por las políticas de la
derecha.
Y ahí también quisiera hacer hincapié. Miguel Ángel Morales
nos retrotrajo a una idea esencial. El socialismo persigue la igualdad. Volvió
a remachar que nuestros adversarios no están a la izquierda. Insistió en
reivindicar el papel de miles de alcaldes y concejales que literalmente dieron
su vida por conquistar mejores cotas de bienestar para sus vecinos. Un ejemplo,
entre ellos, es el de Constante, alcalde de Acehúche. Hace unos días recibió un
merecido homenaje simbolizando el trabajo de aquellos socialistas que pusieron
en valor la ideología de la solidaridad y la justicia social con numerosas
actuaciones concretas que transformaron sustancialmente su pueblo. Y ahí
quedan, como herencia y testimonio de buenas
prácticas.
Por esta razón es fundamental reivindicar nuestra historia.
No precisamente desde la nostalgia, si no con la premisa principal de ser
conscientes que es un elemento decisorio para definir nuestro caminar en el
presente. Si tenemos claro lo que fuimos, si tenemos claro lo que somos, no
habrá ninguna duda en tener la conciencia clara y la mirada limpia para poner
en marcha propuestas que en compañía de la ciudadanía darán la vuelta a la
situación de penuria en la que nos desenvolvemos.
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