lunes, 22 de septiembre de 2014

FRENTES






FRENTES
A algunos les resulta incómodo escucharlo, pero a mí me enorgullece: soy de izquierdas. A algunos le parecen más importantes las ideas que las ideologías, yo soy consciente que mi ideología lleva aparejado la lucha por hacer realidad las mejores ideas.
Por eso habría que dejar al margen los complejos. Ver qué es lo que facilita que pactemos con las orillas más próximas. Recientemente desde el PSOE se ha hecho el anuncio de que se aspira a ser el referente de la izquierda en España. Y me parece un excepcional planteamiento. Para ello tendremos que aglutinar al mayor número de colectivos sociales que comulgan con nuestra forma de ver la vida y que nos van a exigir, digámoslo en lenguaje coloquial, “obras son amores”.
Esta compañía tiene un denominador común, legítimo en democracia: la animadversión por las políticas conservadoras, la no abstención ante lo que haga la derecha, la puesta en práctica de los discursos que tanto han enaltecido al Partido cuando era una formación de masas.
Creo que desde el respeto a los miles de seguidores de eso que ahora han dado en llamar populismos (no es posible que tanta gente esté equivocada) y que impregna de utopías los mensajes que trasladan, se pueden construir muchas cosas sensatas. No olvidemos que, precisamente, desde la utopía, desde el deseo de cambiar el mundo, desde la rebeldía ante lo que nos desagrada, han acontecido los principales avances de las sociedades contemporáneas.
Otro pilar que contribuye al sostén del edificio es el diálogo social. La derecha extremeña en un desesperado amago de deslegitimar a estos agentes los califica de mosqueteros. No soportan la idea de que mantenerla en lugar de enmendarla no es el mejor ejemplo. No soportan el hecho de que los sindicatos, con sus aciertos y sus errores, son los instrumentos con los que nos hemos dotado para expresar de manera genuina y no partidista la defensa de los intereses de los trabajadores. Sería bueno que si no les convence el modelo, lo digan claramente y planteen la alternativa que se esconde bajo sus oscuros intereses: la consolidación del Estado liberal donde domine la ley de la selva, suavizada por la caridad que amortigua sus dolidas conciencias y que posibilita que sus repletos estómagos puedan hacer tranquilamente la digestión de sus continuos desmanes.
Los frentes, pese a que se pretenda cambiar su significado, son positivos: llevan consigo la huida del aislamiento, del deseo de creerte que tú sólo eres el mejor y además infalible. También te obliga a ceder y aumenta, sin duda, las conquistas de todo tipo de libertades y derechos.

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