martes, 16 de septiembre de 2014

ELLAS PUDIERON

 ELLAS PUDIERON
Cierto es que desde hace bastantes años ya se deberían haber llevado a cabo una serie de indemnizaciones a aquellos que sufrieron y que fueron víctimas de la represión de la Dictadura de Franco. Miles de extremeñas y de extremeños.
Cierto es que ha habido gobiernos de izquierdas que han sido timoratos en la aplicación de estas medidas. Y debemos entonar el “mea culpa”. No sólo por dignidad, como se reclama habitualmente, sino fundamentalmente por justicia.
Ahora bien, estos días hemos asistido a una provocación hacia muchas de estas personas. Se ha aludido, nada más y nada menos que desde la Presidencia de lo que ahora llaman Gobierno de Extremadura, a la Memoria Histórica, para anunciar una medida que trata, presuntamente, de reparar algunas de las vilezas cometidas en la posguerra por medio de una “paga” de 300 euros ¡anual y vitalicia! destinadas a las mujeres mayores de 75 años.
De este modo se equipara a víctimas y verdugos. Se puede dar el caso que reciban esta ayuda, algunas mujeres que fueron corresponsables, directa o indirectamente de la infamia, del sufrimiento y del dolor de sus vecinas.
A través de algunas de mis investigaciones he podido constatar el enorme daño que se hizo a muchísimas mujeres extremeñas. Ellas nos contaban, todavía hace pocos años, en pleno siglo XXI con la voz queda, con las persianas bajadas, con miedo.... lo que habían pasado.
Muchas fueron el único sostén de sus familias. Obligadas a trabajar sin ningún tipo de derechos, en jornadas laborales inhumanas y penosamente pagadas (en el mejor de los casos) para poder llevar un miserable sustento a una prole descabezada por la represión que habían padecido maridos, hermanos y/o familiares.
Ahora, algunos en busca de titulares, humillan su pasado y esconden, bajo un merecido reconocimiento, a la mujer, un asunto que tratan de disfrazar dentro del concepto de “Memoria Histórica” quizás con el objeto de recuperar el aliento de aquel barón rojo que agradece a Izquierda Unida el haber podido (y querido) acompañarles los últimos tres años. El llamado “abrazo del oso”.
Mejor hubiera sido pregonar que esta ayuda va destinada a aquellas mujeres extremeñas a las que hemos obligado, con sus menguadas pensiones a realizar copagos, a alimentar a sus nietos, a vestir a sus hijos parados, a llorar porque después de tanto laborar resulta que la  herencia que les dejan es unas condiciones de vida incluso peores que las que ellas sufrieron. Con esa ilusión nos levantaremos. Ellas pudieron.

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