domingo, 21 de abril de 2024

VIOLENCIA POLÍTICA

Estos días la atención mediática está puesta en la escalada bélica por el conflicto en Oriente Próximo ( por cierto, qué pronto se silencian otros conflictos, tanto más cercanos, como el de Ucrania, o los permanentes estallidos en otros escenarios, como el África central y oriental…). Es el aprendizaje de la destrucción, como escuchaba alarmado en las noticias, lo que hace posible que se produzcan ensayos para observar cómo se puede hacer más daño. Nuevamente, debemos hacer un recordatorio de nuestra historia más reciente. Así, ya Kennedy, en la década de los 60, hacía una apelación a la necesidad de aumentar el armamento como elemento disuasorio bajo el irónico comentario de “ armas para la paz”. Inspirado posiblemente en el adagio latino “ si vis pacem, para bellum”. Unos años después, por buena parte de las capitales y grandes ciudades europeas ( también con amplio seguimiento en España), tuvo lugar un impresionante despliegue de la ciudadanía manifestándose en las calles como un auténtico movimiento pacifista al grito de “No a la guerra”. Se tenía la loable intención de detener la conocida como guerra de Irak. Y casi llegando a nuestros días tenemos la herencia que nos ha dejado el terrorismo, tanto el de ETA como el de grupúsculos de extrema derecha, entre otros. En este sentido, hay estudios que indican que buena parte de nuestros jóvenes desconocen lo que ha sucedido en nuestro país desde la Transición a nuestros días. Parece que la violencia política desatada es mejor olvidarla para no recordar. Quiero pensar que siempre será preferible el conocimiento de nuestra Historia. El tópico de las heridas abiertas o el de pasar páginas de un libro, sólo es posible desde el reconocimiento. Tenemos la dura experiencia de las víctimas del franquismo. El debate sobre la búsqueda de sus restos y acerca de la dignificación de su Memoria. Hubo una época en la que se insistió mucho en pasar por alto estos temas. Pero fue, fundamentalmente, la insistencia de las familias, la que convenció a buena parte de la sociedad en la necesidad de perseverar en la difusión de todo lo que rodea al conocimiento de esta realidad. Sigo pensando en que la solución a los conflictos está en el conocimiento. De esta forma, la violencia política a lo largo de la Historia tiene detrás de sí un proceso que no surge del azar. Sus causas y consecuencias pueden ser comprendidas, aceptadas o todo lo contrario. Pero, de ningún modo deberían ser ignoradas. Es precisamente el saber, el conocer, como decíamos anteriormente, lo que nos a a llevar hasta la lucha por su eliminación. Una sociedad democrática no puede tener como sintagma de referencia el olvido. Las condenas o el perdón son cuestiones de índole personal, moral incluso me atrevería a señalar. Pero eso es, otra cuestión.

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