En muchas ocasiones hemos hablado de la
teoría de los matices. De la no existencia de verdades absolutas. De la gama de
grises ( o de que nada es totalmente blanco o negro). En política, o en la cosa
pública, siempre se han tratado de buscar justificaciones ante cualquier
situación: ya sea un resultado electoral, ya sea una medida ansiada o
conseguida , o ya sean diferentes puntos de vista ante un mismo asunto.
Por esa razón llama mucho la atención el
hecho de que la derecha de Extremadura, ante problemas de gran magnitud, se
cierren en banda y entiendan que su propuesta es la dotada de mayor ( por no
decir única) autenticidad.
Pongamos el último ejemplo: el clamor de
la ciudadanía extremeña por unas infraestructuras ferroviarias a todas luces (
a todas) muy mejorables, la necesidad de parar y decir basta, la presión en las
instituciones, en los despachos y en la calle, los agravios comparativos y así
un largo etcétera, se chocan con la decisión unilateral del PP de volcar todas
estas insatisfacciones en una vuelta a Madrid.
Es decir, se pretende ahormar o amoldar
las pautas de conducta de la mayoría de la ciudadanía extremeña a las de una
sola parte. De nada sirven los ingentes esfuerzos de mantenernos unidos. De
intentar alejar el discurso individualista, el de “sálvese quien pueda”, el de
no caminar en distintas direcciones o a diferentes velocidades.
El denominado Pacto del Ferrocarril viene
representando el deseo de reivindicar una mejora de las condiciones para todos
y sin que nadie tenga que apuntarse lo que coloquialmente conocemos como un
tanto o una medalla.
Allí se ha podido discutir, matizar,
exponer, cada uno sus criterios y finalmente acordar las acciones a llevar a
cabo.
Pero siempre sale un PP queriendo sacar
la cabeza y minusvalorando la capacidad movilizadora de nuestra tierra y en
nuestra tierra. En esta ocasión se ha optado por Cáceres como punto de
encuentro. El año pasado fue Madrid. Ambos escenarios son perfectamente válidos
siempre que vayamos todos juntos.
¿No es mejor una multitudinaria
manifestación sin ideologías y con personas venidas de todos los puntos de
nuestra geografía en un lugar tan emblemático como la estación de Cáceres? ¿ o
se prefiere un acto sectario, parcial, convocado por un determinado lugar del
espectro político en solitario en Madrid justo el día antes que la de Cáceres?
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