martes, 15 de noviembre de 2016

PIÉLAGO


El piélago es una zona oscura del océano donde la luz del sol no llega. Se trata de ese espacio en el que los organismos que lo habitan no pueden observar nada. Sirva esta metáfora para hablar un poco de la situación política actual.
Durante los últimos meses, en aras de la transparencia, hemos asistido a numerosos pronunciamientos en los que se alegaba que todo valía en política. Se podía vociferar. Acusar sin pruebas. Exigir responsabilidades de arriba a abajo, o de abajo a arriba sin, presuntamente, orden ni concierto. Escaseaba la tranquilidad. Se impulsaban las prisas.
En efecto, todo ha ido muy rápido. Con poca reflexión. Con pocos espacios donde compartir, desde la profundidad de los planteamientos, la discusión en la diversidad. O están conmigo o estás contra mi, sustentaba el vulgo.
Pero  lo más lamentable es que no se han seguido las mínimas reglas de juego de la democracia: la aceptación de los resultados. La suma en torno a la mayoría manteniendo mi carácter de crítico. Se ha preferido actuar desde la confrontación: “ ya nos veremos” parecen decir. Mal asunto.
Por eso es fundamental que paremos. Que demos tiempo a la serenidad. Que cada uno trabaje en lo que mejor se le de. Que, en definitiva, demos muestras de que somos capaces de construir grandes cosas, pues formamos parte de grandes equipos humanos.
Proyectos sólidos atraen extraordinarios líderes. Reconstruyamos nuestros mensajes. Está claro que hemos fallado. Ya nos hemos percatado suficientemente. Tengamos, ahora, la habilidad, de buscar las fórmulas para, desde la fortaleza que da una base consistente, rodearnos de referentes que nos acompañen.
Quiero suponer que no se va a hacer larga esta travesía. Quiero pensar que cuando antes dejemos de cavar la zanja, antes volverá el resurgir de la izquierda con vocación de gobierno. Es decir, del PSOE. Cabalguemos. En eso estamos.




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