lunes, 12 de mayo de 2014

DISTOPÍA


Dentro de la suciedad en la que quieren convertir desde la derecha la política tratando de primar intereses sobre servicios, anuncios sobre derechos, imaginación sobre realidad e incluso mentiras por encima de los más elementales datos objetivos, nos vamos a referir hoy a cómo, aunque parezca contradictorio, estos mundos de los que el portavoz socialista en la Asamblea, Valentín García identifica como productos de una factoría de ciencia ficción, pueden, desde el rigor científico de la constatación, pasar de ser utopías a distopías. Entornos soñados, por deseables, a pesadillas que no quisiéramos que se conviertan en realidades.
Así vamos pasando, sin el más mínimo de los complejos a escuchar cómo se pronuncian, desde el profundo vacío intelectual acerca de todo tipo de cuestiones que humillan al más mínimo sentido común. De esta manera si el drama del paro azota con fiereza ya sea a jóvenes como a mujeres, a mayores de 50 años, como al grupo de 35 a 50, nos salen” interpretando” que estamos ante una mejora de los datos y si para ello hay que compararlos con cualquier elemento aislado que de un resultado positivo, pues se hace. Y si para ello tenemos que obviar lo que todos vemos cotidianamente: que la gente se exilia, que la gente desconfía tanto del sistema que ha desesperado hasta de inscribirse en los listados oficiales y/o ni siquiera tiene expectativas ni fuerzas para buscar, o que se producen incrementos de afiliación a base de empleos que de precarios rayan en la miseria por no hablar de la cuantificación de los que se están formando....
De esta forma va a pasar, señalando otro de los innumerables ejemplos que podríamos resaltar, cómo con las listas de asistencia a los dependientes, que parece que están esperando a que fallezcan para indicar que van disminuyendo. O que ajustan ( eufemismo de recortan o eliminan) los criterios para poder acceder a ser beneficiarios con tanta magnitud que de los potenciales beneficiarios se caen una inmensa mayoría y los que tienen la “ suerte” de poder recibir una ayuda transitan de despacho en despacho, de mes en mes ( cuando no de año en año) para acceder a su percepción cada vez más menguada y con efectos tremendos por lo dramáticas de sus consecuencias como son las enfermedades colaterales de cuidadores y familiares.
Por esa razón hablamos de distopías. Al ritmo que nos llevan pronto imaginaremos nuevos espacios donde en lugar de visiones edulcoradas la derecha nos va a encontrar inmersos en un truculento submundo en el que lo que sobresalga sea el liberalismo más feroz. La ley de la selva. La supervivencia del más fuerte. Y donde de nuevo la caridad de las ONGs con la colaboración de las familias sean los sustitutos del Estado. De lo público. De lo que tanta lucha costó conseguir. Hasta entonces no nos veremos en las calles. Pero, si no lo remediamos, estamos en camino.







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