domingo, 15 de septiembre de 2024

PALIGENESIA

Con el comienzo del curso, ( en su más amplio sentido, pero en nuestro caso nos vamos a centrar en el político), todo parece que nace de nuevo. Es el concepto de palingenesia, que aplicado a la biología nos viene a decir que los seres nacen, viven, mueren y vuelven a aparecer. En el caso de la política, algunos autores lo aplicaron a los fascismos, tratando de explicarlos como una reencarnación de lo que representó el imperio romano. O en filosofía, la conocida teoría del eterno retorno. Entrando en la cuestión que nos ocupa, y a diferencia del curso escolar que surge con las risas ( a veces llantos de los más pequeños que apelan a lo desconocido), la ilusión por los reencuentros y la energía renovada de los comienzos, decíamos, que otra cosa muy distinta es el inicio del curso político. En éste, la vuelta a empezar viene acompañada de malas costumbres no desterradas: el insulto, el tono grueso, la amenaza… Así podemos observar, fundamentalmente en la derecha, el grado permanente de insatisfacción, frustración o hablando claro, mala educación. Cuando no se limitan a cambiar constantemente de opinión o a tener en un hilo el mantenimiento de su palabra. De esta forma, si el gobierno de España contribuye a aminorar un problema internacional, como es la represión hacia la oposición venezolana, personalizada en la figura de su actual máximo representante, la derecha sale en tromba, primero a mostrar su desacuerdo, bajo pueriles argumentos, luego a expresar un sí pero no, para finalmente acabar haciendo batalla política y cuestión de enfrentamiento parlamentario de algo en lo que la imagen de España como tierra acogedora de exiliados es, tan solo la demostración de devolución de lo que alguna vez nosotros también perseguimos: acogimiento tras la huida masiva que se produjo como consecuencia de la atroz represión ocasionada al final de la guerra civil. Ahora que queremos volcarnos en Extremadura en el reconocimiento de las similitudes, de los encuentros, de las afinidades, que tenemos con América Latina, es un buen momento para mantenernos unidos en temas como el que acabamos de citar. En relación a temas internos, es cierto que nos va a ocupar ( y preocupar) asuntos relacionados con la solidaridad entre territorios. Si ya hablamos en el anterior artículo de cómo los extremeños contribuimos al desarrollo de regiones como Cataluña, es un buen momento para aconsejar la difusión de películas como “El47” que narra el activismo social de un emigrante extremeño que se marchó de su tierra impulsado por la represión sufrida en sus propias carnes: a su padre lo asesinaron los franquistas y lo arrojaron al fondo de la mina Terría en Valencia de Alcántara. En Barcelona, fue, como diría el presidente Salvador Illa, un catalán más. Porque catalanes fueron aquellos que llegaron a Cataluña a contribuir a hacerla mejor. No olvidemos, pues, la necesidad de concreción de la solidaridad interterritorial. No volvamos, en virtud de la paligenesia, a repetir los mismos errores.

domingo, 8 de septiembre de 2024

EL ATRASO

Leyendo este verano el libro del profesor José Antonio Pérez Rubio “Ideología y el atraso de Extremadura ( 1940-1986). Del agrarismo a la terciarización”, encuentro muchos motivos que explican las diferencias en el nivel de desarrollo entre Extremadura y otras Comunidades Autónomas. Si partimos de la base de lo que últimamente se ha dado en denominar “singularidad”, no están todos los territorios de España en la misma situación y muchas de sus causas se localizan en la Historia, y no sólo en la más reciente. Por ejemplo, en sectores claves para el impulso de la región, como fue la industria agroalimentaria, cuando comenzó su expansión, tanto debido a cultivos como el tabaco o el pimento ( más tarde el tomate), así como en la textil ( la transformación de la lana) o en la ganadería ( fundamentalmente a través de la explotación del cerdo) ya tenían establecidas sus industrias de procesado en otras partes del país. A modo de muestra, Cataluña ( la lana), Murcia, Valencia o Navarra ( las conserveras) o Castilla y León ( los embutidos). A ello se le suma el nulo desarrollo que hemos tenido en sectores industriales como la mecánica o la química y localizaciones masivas del sector servicios en determinadas ubicaciones más centralizadas como Madrid ( eso sí, a nosotros nos queda el peso que tienen en este sentido los funcionarios). Encima, en los años 60 sufrimos la sangría de la emigración que a Extremadura le hizo estancarse ( incluso retroceder) mientras que a otros espacios, tanto nacionales como internacionales, les permitió gozar de una situación de esplendor económico, del cual algunas ahora añoran o pretenden mantener, a costa de lo que sea. Si bien es cierto que en las últimos decenios se ha avanzado mucho en estos sectores en Extremadura, la razón fundamental de nuestro atraso, que ya se ha comentado reiteradamente, es que no competimos con el resto en igualdad. Si esto fuese una carrera, hay que señalar que el resto de los participantes han salido con bastantes metros de ventaja y por lo tanto tenemos que hacer un esfuerzo mucho más mayor que ellos para ponernos a su altura. Contamos con una enorme desventaja, que es cierto se va paliando, pero en ocasiones, las circunstancias o los recursos que nos llegan no permiten que la diferencia aminore. En definitiva, buena parte de los males actuales de Extremadura tienen su origen en la Historia y su conclusión en una escasa aportación al PIB nacional, su poca población comparando porcentualmente con el total de España, su mucha dependencia de las decisiones de las grandes empresas ( que encima no están ubicadas en nuestro territorio) y por último un espacio físico no muy agradecido para el desarrollo de determinadas variables industriales. Hecho el diagnóstico sobre el atraso de Extremadura, sólo cabe continuar actuando sobre las causas de éste para obtener consecuencias que hagan que en el menor tiempo posible hablemos desde otras perspectiva.