domingo, 14 de julio de 2024

¿SE ACABÓ EL HIMENEO?

Los recientes resultados electorales franceses ( al igual que la tendencia resultante del triunfo de los laboristas en el Reino Unido), pueden ser trasladados o interpretados en clave nacional o autonómica en España. Sin embargo, sí que contamos con notables diferencias en cuanto al comportamiento y actitudes de sus dirigentes. Aquí la supuesta derecha moderada se ha unido constantemente, de hecho y de derecho, a la extrema derecha. Hasta esta semana han estado gobernando conjuntamente en varias Comunidades Autónomas y en numerosos Ayuntamientos. Pese a que, continuamente presentaban a la opinión pública sus continuas desavenencias. De esta forma, al igual que sus homólogos franceses de la Agrupación Nacional, VOX ha tratado de mostrarse como un sector del espectro político “domesticado”. Ahuyentando el miedo a lo que han significado en nuestro pasado más inmediato con la intención de captar a núcleos de votantes descontentos con el sistema. Se ha hecho hincapié más en un presunto patriotismo, intentando alejar, cuando podían, en periodos electorales, otras cuestiones de la denominada “batalla cultural” que podría dejar de darles réditos electorales, principalmente entre las capas medias y bajas de la sociedad. Como hemos comentado, en Francia no ha dado resultado y ahora el debate en España estaba en si tiene sentido ( y sobre todo efectos prácticos) presionar al PP para radicalizarse, aún más, en temas tan polémicos de abordar, por su componente humanitario, como son el reparto de los inmigrantes o la consiguiente reforma de la ley de extranjería. También es cierto que la derecha ha sabido manejarse muy bien en el terreno de la ambigüedad y ante el chantaje de romper los gobiernos donde funciona el pacto con la extrema derecha ya insinúan la necesidad de cumplir la ley, pero pretextando que antes deben contar con todos los medios adecuados para ello ( por si acaso). El PP tendría, llegados a este punto, podría haberse adelantado cesando a los miembros de VOX en sus gobiernos autonómicos, salvo que quiera seguir mimetizándose con parte de lo que representa la extrema derecha. Esta segunda opción ya está pasando en algunas latitudes como en Madrid. La duda, en estos momentos, es si se exportará al resto de España De momento, se acabó este himeneo entre PP y VOX. Ya no parece real esa insistencia, una y otra vez, en que formaban equipos coordinados, unidos y en completa sintonía ( aunque también decían obviedades, como que son partidos distintos y que lo que cumplen son los puntos definidos en sus pactos de gobierno). El caso es que en Francia “ no han pasado”. ¿Tendrá la derecha moderada española la misma sensatez algún día?

domingo, 7 de julio de 2024

INEXTRICABLE

En alguna ocasión hemos hablado de la necesidad de la existencia de algo parecido a un “ detector de mentiras” para utilizarlo en las declaraciones de muchos de nuestros políticos. No hay manera de entenderlos cuando en una tertulia ( en el mejor de los casos, pues al menos ahí los ves juntos) hacen declaraciones, incluso aportando supuestos datos, mostrando gráficos ( que por cierto apenas se ven en la pantalla, con lo que pueden estar describiendo cualquier cosa). Simultáneamente lo que uno dice lo contradice el de al lado, aportando la misma batería de datos, cuadros estadísticos, alusiones a informes… Y no les importa el tema. Abordan con la misma mecánica la subida/bajada del paro, las listas de espera sanitarias o el número de médicos, el estado de la educación ( la gratuidad de los comedores escolares, el incremento/bajada en la cantidad de profesores para los centros escolares)… Este proceso inextricable, difícil de desenredar es en el que habitualmente nos desenvolvemos. Nos hemos habituado a no creer. A no confiar en las palabras que con tanta frecuencia se incumplen. En no ponderar el índice de ejecución de los programas electorales, que hace que aumente, una y otra vez, la desafección hacia la vida pública. Salvo honrosas y aplaudidas excepciones. No basta, desde mi modo de ver, con argumentar que son los votantes los que han decidido dar a los partidos su visto bueno. En más de una ocasión he escuchado a algún dirigente contestar sobre lo pernicioso de una actuación, que no será tan mala cuando les han votado no se cuantos miles de electores y eso, para él, era sinónimo de que lo estaban haciendo bien. Para combatirlo, y ya lo he señalado varias veces, tendrían los servidores públicos, que realizar algún modelo de rendición de cuentas. No creo que este sea únicamente el de exhibir los resultados electorales. Tampoco creo que fuese suficiente con la capacidad de inventiva a la hora de plantear propuestas. Tendríamos que contar con algo similar a organismos independientes que cuantificaran el grado de satisfacción de los objetivos planteados. De igual forma, ahora que son tan recurrentes las alusiones a los bulos, mentiras o noticias inventadas, habría que buscar algún instrumento que pudiera penalizarlas, cuando se demuestre que están hechas a mala fe. Pero lamentablemente, en la actualidad nada de esto sucede: se miente y no hay repercusiones, se incumplen los programas y siempre hay alguna excusa, se exhiben datos contradictorios y lo único que se consigue es sembrar la duda entre la ciudadanía sobre quién dice la verdad. Panorama, pues, enrevesado, difícil de aclarar cuando se forman bloques que justifican todo lo que venga del sitio que hemos decidido apoyar.

lunes, 1 de julio de 2024

GRADACIONES

Tanto el Gobierno, como la oposición, desde mi punto de vista, pierden credibilidad cuando afirman taxativamente que la otra parte no hace nada o se equivoca en todo lo que pone en marcha. Siguiendo la teoría de grises, a la que tantas veces acudió Guillermo Fernández Vara, se puede sacar algo positivo del balance de este año político por parte de la Junta de Extremadura. Y lo hemos visto claramente en algunas medidas, mensajes o propuestas lanzadas en el último debate del estado de la región. O bien, precisamente la noticia sea lo que no hemos visto. Me estoy refiriendo al acierto, a mi modo de ver, del ninguneo a la extrema derecha. Del hecho de que una parte significativa del gobierno de coalición sufre al ver cómo pierde la batalla de las ideas. Cómo buena parte de sus eslóganes más llamativos ( por hirientes) caen en el pozo del olvido. Así, la lucha contra la violencia de género, las medidas a favor de la diversidad, las actuaciones en cooperación internacional o incluso la Memoria Histórica y Democrática se diluyen de la apuesta decidida por parte de VOX de ser eliminadas. Y lejos de desparecer del debate político surgen con fuerza. Ya sea porque el PP anuncia su continuidad. Ya sea porque el PSOE o Unidas por Extremadura duden de su efectividad. Es por consiguiente el momento de las gradaciones. Si el valor absoluto de la apuesta por determinado objetivo puede ser complicado, al encontrar resistencia, no sólo política, sino por parte de la sociedad, sería bueno que se apreciase, en la medida de lo posible en qué se puede converger. Si se dejan unos y otros. Lo lamentable son, sin duda, los bandazos. El decir de manera categórica sí a algo, para pasar luego a cuestionarlo de manera radical. Esas posturas no son bien asumidas por la ciudadanía. Sin embargo el saber adaptarse al ritmo que mandan las circunstancias y su entorno, se puede llegar a agradecer. Otra cosa son los complejos. Es decir, cuando tus principios se resquebrajan por el miedo al qué dirán tus votantes o por el temor a que tenga un coste electoral en la próxima convocatorias. En ese caso, veo más complicado aplicar las gradaciones. Hay determinados temas, o posicionamientos al respecto, que nos identifican a los militantes ( y quiero pensar que también a la mayoría de los votantes). En ocasiones, fundamentalmente motivados por lo que me refería en el anterior párrafo, nuestros dirigentes y responsables públicos titubean a la hora de aplicar lo que supuestamente deberían defender. Se amparan en la posible pérdida de apoyo. Yo seguiré pensando que precisamente perderán apoyos cuando abandonan los postulados que siempre han defendido.