Cada cosa tiene su tiempo. El problema se torna
grave o principal cuando entran en colisión varios discursos simultáneos y en
muchas ocasiones extemporáneos. Viene todo esto a cuento de la convulsa
situación política española en la que nos desenvolvemos.
Así, si se quisiera simplificar, todo se
reduciría a la oposición a un Gobierno de la derecha o a la búsqueda de uno de
izquierdas. Pero en el medio hay un montón de matices que convendría discutir y,
sobre todo fijar una postura. Y sobre ella hacer pedagogía. No quedarnos en la
mera enunciación, sin profundizar en su argumentación. De lo contrario,
seguiremos viviendo esta especie de insania, de locura, que cada día se agrava
más con nuevos ingredientes.
Llegados a este punto, se tienen que poner
claras las alternativas y, sobre éstas, tomar decisiones: Gobierno de derechas,
¿con cualquier candidato?, ¿a cualquier precio?, ¿sin nada a cambio?, ¿con o
sin participación?, ¿con apoyo tácito o simplemente permitiéndolo con una
abstención “técnica” en un debate de investidura?... Gobierno de izquierdas:
¿en solitario, capitaneado por el principal partido de la oposición?, ¿apoyado
por el segundo?, ¿ integrando a los dos grandes partidos de la oposición?
Gobierno
de izquierdas apoyado por la tercera fuerza política.
Gobierno
de izquierdas apoyado por las fuerzas nacionalistas.
Ninguna de estas opciones, con lo cual
manifestar claramente que se prefiere repetir las elecciones.
Mientras podemos enturbiar el ambiente, pues
aclararlo, se está demostrando que no es posible. Así pues, conviene tener
paciencia, esperar el momento adecuado. Como diría uno de los protagonistas, el
reloj está en marcha “ tic, tac, tic, tac…” y cuanto antes asumir la
responsabilidad de señalar a la ciudadanía cuál es nuestra postura oficial. La
del Partido. Eso sí, cada uno tendrá su preferencia, que incluso podría no
coincidir con la mayoritaria. Y como decimos siempre, eso no tiene por qué ser
necesariamente negativo. Lo ideal sería que se tendiera a realizar un ejercicio
de convicción. De expresar las razones por las que consideramos que nos sobran
los motivos para optar por una u otra vía. Convencer en lugar de vencer y, una
vez llegada la victoria, respetar al que piensa diferente.
¿Es tan complicado?
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