La semana pasada tuvo lugar en la Asamblea de
Extremadura el Debate del Estado de la Región. Es evidente que fue seguido con
máxima intensidad por periodistas, algunos cargos políticos y un variado
conjunto de ciudadanos apasionados por este tipo de actividades,
fundamentalmente a través de las redes sociales. Es una pena que, dada la
importancia y trascendencia para el devenir de la sociedad extremeña, no cale
con mayor profundidad. Y buena parte de la culpa es nuestra, de los políticos,
de los responsables de hacer pedagogía del trabajo público. A pesar de que se
está haciendo una encomiable tarea desde la Institución para dar a conocer su
labor. Fundamentalmente entre los más jóvenes. Algo que es necesario aplaudir e
impulsar.
Por esa razón, y utilizando los espacios generadores de
opinión, quisiera trasladar mi visión de lo que considero más sustancial del
Debate. Lo divido claramente en dos partes: un discurso del Presidente, sin la
pasión de un mitin, dado que la ocasión no lo requería, y con la convicción de
que lo expresado era lo mejor para la región.
Quisiera destacar, en este sentido, el carácter
propositivo, es decir, claramente de ofertar acciones concretas. Lo que se
viene en denominar una hoja de ruta o una visión de futuro, sin descuidar por
ello los cortoplacismos: el debate territorial en una región dividida en dos
provincias y en la que podemos hablar desde la unificación en una sola hasta la
dispersión en distritos. El problema demográfico, una lacra que iremos
padeciendo, si no ponemos remedios, en todos los ámbitos de nuestra economía:
desde la sostenibilidad de las pensiones, hasta el mantenimiento de escuelas y
hospitales. La economía verde, la auténtica estrella del Debate, una iniciativa
que como tantas otras en el pasado, puede ser atacada de visionaria pero a la
que el tiempo, sin lugar a dudas, dará la razón, no sólo de su oportunidad sino
de su viabilidad en la época en la que nos desenvolvemos.
El segundo día fue dedicado a escuchar y
contestar a la oposición. En este sentido volvemos a la teoría del frontón.
Parece que algunas de sus señorías, con su discurso escrito, no tenían ninguna
intención de apelar a lo pronunciado en la sesión anterior por el Presidente.
Venían a hablar de su libro. Por eso, costaba trabajo encontrar alguna
respuesta a las preguntas del Presidente. Eran síntomas, como reclamaba
Valentín García, el portavoz del grupo parlamentario PSOE /SIEX, de adanismo
político. Sin evolución. Para revolución la que hicimos los socialistas
consiguiendo, una vez más, que los hijos de los obreros pudieran volver a la
Universidad. Así pues, ni pacto de la Corrala, ni gran coalición. Seguimos.
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