Cuando escribo estas líneas todavía no
existe la seguridad de si vamos a tener Gobierno en el mes de agosto. Sin
esquivar la ironía, en esta ocasión, sí que es cierto que la gente te para por
la calle, te llama, te mensajea… para preguntarte qué va a pasar. Por ello
quisiera comenzar diferenciando un
primer postulado: no tiene por qué coincidir la opinión de un votante, en mi
caso del PSOE, con la de un militante.
Partiendo de la premisa, ya extendida, de
que no podemos cargar con la responsabilidad que le corresponde al que vaya a
tomar la iniciativa de asumir el protagonismo en el debate de investidura, la
actitud tendría que ir encaminada en un triples sentido: considerar la defensa
de los intereses de España, valorar lo que mejor le viene al Partido y por
último salvaguardar los principios que nos caracterizan, en definitiva, la
ideología. Estas tres opciones no son excluyentes.
Por lo tanto, y como bien nos apunta
Guillermo Fernández Vara, estamos llenos de matices. Es una época donde no hay
sólo blanco y negro. Donde las verdades absolutas admiten interpretaciones.
Donde podemos estar confusos, pero no confundidos.
Hace unos días recordaba la reciente
Historia del PSOE. A finales del franquismo un grupo de jóvenes del interior,
con un discurso mucho más radicalizado
que los veteranos dirigentes del exilio, se hacen con el control del
Partido. Pero, hete aquí, que cuando se inician los primeros procesos
electorales, cuando se adivina que se puede tocar de lleno el Gobierno, tanto
de la Nación, como el de Ayuntamientos y Comunidades, se da un golpe de efecto.
Se renuncia en 1979 al marxismo, frente a la oposición mayoritaria de las bases
( seguro que motivados por el hiperliderazgo de Felipe González). A
continuación, se moderó el discurso, bajo el argumento de sacrificar ideología
por prosperidad. Trajo consigo la conquista del voto urbano y de las clases
medias junto con unas amplias y largas mayorías absolutas en todos los niveles
de la Administración.
Hoy, podríamos encontrarnos en una
disyuntiva similar: ¿actuará el PSOE en defensa de la patria?, ¿ se refugiará
en su ideología, pase lo que pase? Y digo yo, ¿ es que ambas vías no pueden
estar interconectadas?
Difícil decisión.
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