ALCALDES
Esta
semana he asistido a la toma de posesión de Rosario Cordero Martín como nueva
Presidenta de la Diputación de Cáceres. Lo más destacable, sin duda, del acto,
fue el discurso de Charo: humilde, directa, sin ambages, pero sabiendo
diferenciar, de manera magistral, lo que es el uso de la palabra en un acto
institucional de uno partidista. Y no siempre sucede. Además se notaba que se trataba de un razonamiento
real. Y tampoco es habitual.
Asimismo
quiero resaltar todo lo que se desprendía de aquellos momentos. Decenas de
alcaldes y cargos electos hablando de proyectos. De nuevos comienzos. De continuidad, paréntesis, pausas o finales de
etapa.
Eran
hervideros de comentarios. De intercambios de opiniones. De expertos en
rumorologías, algunos auténticos gurús que presuntamente adivinan las
intenciones de los demás.
Pero
sobre todo pasamos unas extraordinarias horas hablando de política. De la cosa
pública. De la alegría de tener fuerzas para acometer la catarata de
intenciones que se han venido dibujando meses atrás.
Porque
un programa electoral no es una sugerencia, ni una propuesta, ni una
posibilidad, ni siquiera el compendio de una tormenta de ideas de los más
próximos al candidato. Un programa electoral, ya lo hemos comentado en otras
ocasiones, es un contrato. Y como tal tiene fechas de cumplimiento,
beneficiarios, actores ejecutantes, fases de desarrollo…
Los
alcaldes nuevos se están encontrando ahora con muchas sorpresas. Sin embargo no
harían bien hablando de la “ herencia recibida”. Se les ha elegido en muchas
ocasiones para arreglar los desaguisados de sus antecesores. En otros casos
porque se entendían que podrían resolver mejor que los anteriores los problemas
del pueblo. En definitiva porque se les considera mejor preparados para afrontar
todo tipo de vicisitudes.
Por
último el alcalde nos representa a todos. Por esa razón no debería actuar ni
tratando de contentar a la oposición ( “ a ver si así se callan”) ni mirando sólo para sus votantes, buscando
el beneplácito del aplauso fácil. Que quede claro que su obra perdurará, sobre
todo, desde que deje el bastón de mando.
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