Estos primeros días se septiembre (y como
todo avanza o se modifican las actitudes, casi podría atreverme a decir que
algunos de los últimos de agosto), se aprecia en el ambiente la adaptación de
nuestros jóvenes a la realidad inminente que se les avecina.
Las largas jornadas de asueto, en
numerosos casos lejos de sus entornos, se trastocan en grupos de encuentro con
amigos y compañeros que vagan por las calles de nuestros pueblos y ciudades.
Desprenden el aroma del sentimiento de vuelta. Ya están aquí, parecen decir los
vecinos.
Pronto modificarán sus rutinas. Tras unos
días, para algunos horas, se producirá el volcado de anécdotas veraniegas, la
catarata de información acerca de lo que se ha hecho, la elevación de los
sueños a realidad cotidiana, los recuerdos, la memoria, en definitiva, la
nostalgia.
El curso educativo comienza. Ellos, los
alumnos, enseguida se adaptarán a la situación. Los adultos, sus padres,
profesores, la comunidad educativa en general, llevan mucho tiempo
preparándolo.
En esta ocasión no se puede dejar pasar
de largo el esfuerzo por tratar de que, de una vez por todas, la normalidad sea
la nota dominante. Ha tenido que producirse un intenso diálogo para conseguir
que se pase a poner en práctica, sin ningún género de dudas, derechos
adquiridos y luchados, por generaciones durante mucho tiempo.
Así, la igualdad de oportunidades se
demuestra en la resolución de los conflictos sempiternos con el transporte
escolar. En el acceso generalizado a becas y ayudas al estudio. En el desbloqueo
del recorte en los libros de texto para familias cada vez más necesitadas. En
la búsqueda del equilibrio entre la reducción de la ratio y el aumento de las
plantillas del profesorado.
En el horizonte nuevos proyectos que
aumenten la calidad de la enseñanza: seguiremos profundizando en el aprendizaje
de idiomas, en la diversificación de las
familias o ciclos de formación profesional, en la programación e introducción
de las ya no tan nuevas tecnologías y sobre todo, en una sociedad tan necesitada
de valores, en la inclusión en el currículum
permanente de aspectos como la solidaridad, la libertad, la democracia, la
igualdad…. Verán como son muy necesarios.
Póngale al lado fenómenos actuales que
vemos diariamente en las noticias
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